sábado, 23 de septiembre de 2023

Juan Eslava Galán en Fuengirola

El escritor y filólogo inglés, Juan Eslava Galán, reconocido por ser un prolífico escritor, acudió a una de las charlas que promueve el Ayuntamiento de Fuengirola. Ganó el Premio Planeta en 1987 por su novela En busca del unicornio, pero es bastante conocido por una serie de libros divulgativos de historia para escépticos y por su amor a la historia y especialmente a la época del mundo romano.

Hace tiempo me leí un libro del autor jienense que se titulaba Una historia de la guerra civil que no va a gustar a nadie, aunque a mí me gustó. Me gustó la forma de contar cosas tan peliagudas con el rigor del que se ha documentado pero también con la perspectiva que otorga el conocimiento tras el paso del tiempo. Yo no podía faltar a la charla y muy bien que hice porque me gustó mucho.

Siempre aprendes escuchando a un autor como a Eslava Galán. Es imposible no caer en la redes de su capacidad dialéctica. Da gusto escucharlo hablar. Alguien que ha leído mucho y tiene una buena memoria no puede hacer otra cosa que hablar con la seguridad que da el conocimiento del tema que se está tratando.

No paré de reír cuando llamó al garum romano el kétchup de la época, y la respuesta a su sorpresa al conocer que la Casa de la Cultura de Fuengirola preparó garum e hizo una cata, fue preguntar si no corrieron a gorrazos al que se le ocurrió tal idea. Explicó más o menos el proceso de preparación del garum mediante los desechos de las tripas del atún, tras dejarlo al sol, para posteriormente triturarlo antes de servir prácticamente sobre todo. Una asquerosidad. Nos explicó que según tenía entendido le echaban garum hasta al agua.

Afirmó ser un gran lector de la literatura de Cela y añadió, con algo de sorna, que será ya el único que quede.

Y como la charla fue dando tumbos arriba y abajo de la historia de España, nos reveló que, en su opinión, Felipe II era un buen rey. Sin duda el rey más culto de Europa, pero tenía el defecto de que no se fiaba de nadie y quiso controlarlo todo, lo que probablemente le perjudicó. Por algo lo llamaban "la araña". Aparte de ir siempre vestido de negro.


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