
El caso es que el libro es recomendable y si bien, como ya he escrito, si a algunas ciertas páginas las pasa el viento, tampoco pasa nada. Pero he de decir antes de que se me tome a mal que hay algo de Bolaño que me gusta, y mucho, y es esa capacidad que atesora para hacernos vagabundear por una irreal conciencia de que todo está en sus últimos momentos, a veces tristes y melancólicos, otras soñadores y libres. No sé, es como una atmósfera particular que envuelve los textos del autor chileno. Algo decadente y deprimente, pero esperanzador e ilusionante.
Cuando lea algo más de él (cuando quiera que esto ocurra) me fijaré más en esa escurridiza capacidad de la que les hablo, a ver si soy capaz de descifrar qué es aquello que Bolaño esconde tras sus palabras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario