
El libro en cuestión, Cuentos sin plumas era de la misma edición en la que lo había leído años atrás (Círculo de Lectores) y aunque estaba firmado a bolígrafo con la firma -supongo- de su anterior propietario -en este caso propietaria-, Matilde para más señas, se encontraba en bastante buen estado. Pagué los dos euros que me pidieron por el libro y sentí que la vida a veces nos obsequia con estas casualidades y que éstas son ofrendas que uno ha de saber aprovechar.
Esta mañana en sesión matinal, en una sala que completábamos tres personas, he visto Blue Jasmine -vayan a verla aunque sólo sea por la grandísima interpretación de Cate Blanchett- y doy por cerrado mi propio Woody Allen weekend.
Por cierto a mí la película me encantó.
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