
Después de afirmar todo esto, también puedo asegurar que pocas cosas me alegran tanto como encontrar un libro que sentía perdido, que tras buscarlo y buscarlo sin éxito, de buenas a primeras, sin esperarlo, de repente, ahí está, otra vez entre mis manos. ¡Qué alegría tan simple y natural siento!
Hoy me encuentro entre aquella primera sensación de irritación al no encontrar un libro que busco -aunque aliviado por haber encontrado alguno que no recordaba- y esta otra segunda situación en la que tengo la certeza de que tarde o temprano mi primera búsqueda infructuosa me deparará forzosamente alguna alegría imprevista.
Por algo me gustan las estanterías de libros desordenadas.
Traducción: Una habitación sin libros es como un cuerpo sin un alma - Cicerón
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