
Desconozco si Vila-Matas interviene directa o indirectamente en la elaboración y selección de las portadas, o en cambio no está involucrado en ningún término, pero sus portadas, con sugerentes fotografías, las mayor de las veces en blanco y negro, son uno de los grandes aciertos de los libros de Vila-Matas.
Otro de los atributos más destacable de los libros de Vila-Matas y que producen una atracción directa hacia el libro para cualquiera que sienta el mínimo gusto poético por el arte de unir palabras, son sus títulos. Vila-Matas ha regalado a las librerías una enorme y amplia gama de títulos que son como carteles publicitarios que consiguen introducirse en nuestra memoria de una manera silenciosa y punzante, que parece aferrarse a nuestras neuronas, siendo, al fin y al cabo, para la promoción de sus libros, un estupendo anzuelo que atrapa al futuro lector de una manera eficaz y absolutamente maravillosa.
Y por último, y no menos importante, sino más bien todo lo contrario, está su armoniosa, culta y equilibrada prosa, repleta de cíclicas y originales divagaciones. Vila-Matas tiene ese punto de sal en sus escritos en los que uno no sabe a ciencia cierta si está leyendo una novela, un ensayo, una biografía, una crítica literaria o qué sé yo. Por eso resulta tan complicado aventurarse a definir lo que se está leyendo, pero en cualquier caso, lo que se aprecia al cerrar la última de sus páginas es que leer un libro de Vila-Matas es siempre una experiencia absolutamente maravillosa.
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