lunes, 29 de febrero de 2016

Carlota Fainberg - Antonio Muñoz Molina

Hacía tiempo que tenía pendiente la lectura de Carlota Fainberg de Antonio Muñoz Molina, por una razón u otra la fui demorando, nunca encontraba el momento justo para darle el primer bocado. Es un libro que no tengo en papel y lo había visto multitud de veces en las abandonadas estanterías  de la biblioteca local, pero siempre, sin saber bien el porqué  había antepuesto otros libros a él.

No me gusta leer con la urgencia de los plazos de tiempo como obligan los libros prestados de la biblioteca, y aunque es una novela corta y puede leerse fácilmente en una tarde despejada de ocupaciones, no veía esa tarde limpia de  obligaciones en el horizonte de mis días. Al contrario,  últimamente ando algo escaso de tiempo libre y con eso de que voy simultaneando distintas lecturas, la novela fue perdiendo sitio en la infinita lista de mis querencias.

Semanas más tarde, en casa de mi amigo Miguel, la volví a ver (qué casualidad), algo perdida entre grandes títulos, con esa portada tan sugerente. La saqué de entre el resto de libros, la tuve entre mis manos pensando cualquier día de estos te meto mano señorita. Mi amigo me preguntó si la había leído, le dije que no, que había leído bastantes de Muñoz Molina pero esa no. "A mí me gustó" afirmó mi amigo. Me senté en su sofá y leí el primer párrafo y de repente lo noté: una especie de calambre eléctrico, una pulsión de los sentidos, la señal que había estado esperando. Ya no había vuelta atrás.

Me la llevé a casa y la coloqué en la mesa de noche, pero no la  leí como lo había previsto, en una tarde amplia y silenciosa, pero sí en cuatro o cinco noches dispersas y despejadas. Y sí, también me gustó a mí. La encontré incluso divertida.


martes, 23 de febrero de 2016

Ser mejor

Una vez leí que aprendemos a ser competitivos antes que a ser exigentes. Y no hay que pararse mucho a meditar para comprender que es una afirmación muy cierta, desafortunadamente cierta. Vivimos en una sociedad competitiva, en una nación competitiva porque somos una raza competitiva, pero, en cambio, somos exigentes como individuos pero no como sociedad. Es así. En general, con ser mejor que el de al lado nos conformamos. Estamos felices y contentos si conseguimos superar al que tenemos cerca, que es bastante más sencillo que superar al que tenemos más cerca, porque nadie está más cerca de nosotros que nosotros mismos.

La clave de esto ocurra así -a mi juicio- es la satisfacción. Estamos satisfechos con ser mejores que nuestro vecino, nuestro compañero, o nuestra competencia y no es nada malo conseguirlo siempre y cuando los métodos sean éticos, pero, en realidad, lo  verdaderamente deseable sería que intentásemos ser mejor que nosotros mismos, mejorar como personas, superarnos, ser exigentes con nosotros mismos, independientemente de que seamos mejor que nuestro vecino o no. Esa superación personal es a mi parecer, en parte, una de las claves de la felicidad. El orgullo de saber que se hacen las cosas bien.

Saber priorizar la exigencia personal sobre la competencia social es el secreto encubierto para alcanzar la felicidad.
 

viernes, 19 de febrero de 2016

La guerra civil contada a los jóvenes - Arturo Pérez-Reverte

Éste es uno de los libros que me cayeron para los Reyes Magos. Se ve que los Reyes estaban muy atentos a las novedades y como saben que Arturo es uno de mis escritores más seguido pues decidieron regalármelo. Gracias de nuevo. Es un libro un tanto raro, pues es un resumen ilustrado de La guerra civil española, como su propio título señala, contada a los jóvenes. Yo la he encontrado demasiado breve y en ocasiones simple, pero supongo que es así como habrá que contárselo a los jóvenes. 

El libro  -siempre hablando desde mi insustancial punto de vista, pero mi punto de vista al fin y al cabo- es un quiero y no puedo. El autor cartaginés escribe a grandes rasgos de lo que hay que escribir pero profundiza poco, y en lo poco que ahonda es demasiado aséptico. Entiendo que es un tema delicado, sobretodo contando con que el autor ha sido multitud de veces señalado casi por todo lo que dice. De manera que no sé si será porque pretende dejar a todos contentos, o que no quiere una vez más ser tachado por todos los que se puedan sentir heridos, lo cierto es que al ir avanzando en el desarrollo de los capítulos da la impresión de que está contado sin salsa, es como tragarse una insípida pechuga cocinada a la plancha milimétricamente dividida, parte por parte, párrafo a párrafo, completamente mesurado y servido sin acompañamiento de ningún tipo y en un frío plato. Todo demasiado contenido, desde los antecedentes hasta las conclusiones. Al terminar el libro he echado de menos que pusiera eso de: y colorín colorado comieron perdices.

Lo mejor del libro a mi juicio son las espléndidas ilustraciones a cargo de Fernando Vicente. La edición en general está bien cuidada aunque quizás demasiado llamativa y colorida para mi gusto.


miércoles, 10 de febrero de 2016

Una Cruzcampo Gran Reserva 1904

La Cruzcampo Gran Reserva 1904 es una cerveza que probé hace ya bastante tiempo por primera vez, y que por una cosa u otra he ido dejando para presentarla más adelante, más que nada para no repertirme y ser cansino. Quise presentar otras cervezas que consideré más oportuno y ésta se fue quedando en el fondo del saco de los archivos que algún día deberían tener su momento. El caso es que como el tiempo pasa mucho más rápido de lo que nos damos cuenta, ya han pasado casi cinco años desde que me hice esa foto. Ha llovido. Sí ya sé que ahora tengo más canas.

Recuerdo poco de ella de aquel día pero afortunadamente un buen número como esa han desfilado por el frigorífico de casa. No es una cerveza difícil de conseguir -al menos para mí- y la conozco bien. Tiene su momento.

Es una cerveza bastante tostada y aromática, muy intensa con una elevada graduación alcohólica de 6,4%, pero no es engañosa, se aprecia su alto porcentaje desde el primer sorbo. El color es muy brillante y la espuma es muy persistente, lo que la hace una cerveza muy recomendable para los amantes de la espuma. Es una cerveza fuerte, para tomar con una buena carne roja o un queso añejo o uno bien curado. Yo es un capricho que me doy de vez en cuando, aunque menos de lo que me gustaría, ustedes hagan lo que les apetezca.



lunes, 8 de febrero de 2016

Sin noticias de Gurb - Eduardo Mendoza

Tenía ganas de comenzar un libro, algo breve y facilón para leer en una tarde solitaria que se me cruzó inesperadamente un sábado. No quise perder mucho tiempo en elegirla y, sin pensarlo mucho, comencé las primeras páginas de Sin noticias de Gurb de Eduardo Mendoza. El libro llevaba por casa sin que le prestara atención desde el mismo día en que me lo compré por una miseria en el rastro. Su anterior propietario había pintado en bolígrafo de color rojo y con letras voluminosas su nombre, apellidos y curso. 2º C. Exteriormente la edición estaba bastante bien cuidada, el interior era otra cosa. Si me hubiese fijado mejor cuando lo compré, no lo hubiera comprado. En fin.

El asunto es que comencé a leerlo. Sabía de qué iba porque en alguna ocasión había leído un párrafo que explicaba más de la cuenta. Me acomodé en la butaca del salón, de espaldas al balcón para aprovechar la luminosidad de la tarde. Uno de esos momentos anhelados. Prescindí de leer el prólogo -hay prólogos que quitan las ganas de leer-. Las páginas avanzaban rápido -letra gorda y párrafos cortos- pero sin embargo yo no paraba de retorcerme en la butaca. Cincuenta páginas después y seguía sin encontrar al escritor que yo esperaba. Nada. Unos personajes estrambóticos, una historia sin pies ni cabeza, absurda e irregular. Surrealista e infantil. No le cogí el punto en ningún momento.

No soy yo nadie para tirarle de la oreja al escritor catalán porque ya me ha ganado varias veces con otras de sus novelas, pero ésta le ha añadido un tanto de desconcierto a su bibliografía, y suma algo de desconfianza en mis siguientes lecturas suyas, de hecho, ahora mismo no me atrevería a empezar su última novela publicada, que creo recordar la describieron como la más alocada de sus novelas, así que mientras tenga presente el sinsentido de Gurb, creo que paso.

Por cierto en el prólogo, que leí a posteriori, compruebo que -según el autor- en realidad no iba a ser una novela, y que incluso no estaba seguro de querer publicarla, pero lo convencieron (error). Paradójicamente ésta puede que sea su novela más vendida.

martes, 2 de febrero de 2016

Breaking Bad. Season 3.

Terminamos mi santa y yo de ver la tercera temporada de Breaking Bad y al día siguiente, sin pensarlo, comenzamos la cuarta temporada, que es algo así como romper nuestras propias costumbres, ya que solemos intercalar series, y así mezclar unas con otras para no perder el hilo de ninguna y para mantener la tensión en todas, pero estábamos tan ansiosos por saber qué era lo próximo que ocurriría en la serie, nos dejó tan boquiabiertos en final de esta temporada,  que no podíamos esperar y al día siguiente ni lo dudamos.

El cautivador atractivo de los nuevos personajes, entre ellos el enigmático Gus, distante e impredecible; el alocado y disciplinado Gale, tan sonriente como desubicado; Saul, el abogado más rastrero y corrupto en la historia de las series de televisión; Mike, el soldado más fiel y eficaz que se pueda encontrar; sin olvidar la impronta ganada por Scarlet y Marie en esta temporada o el inesperado desenlace de Hank. Por si fuese poco aún añadimos la insospechada rehabilitación de Jesse Pinkman o el hecho de poder compartir minutos con la calculadora mente de Walter White. A mi juicio un atractivo ineludible.

Puro divertimento. Puro sobrecogimiento. No esperen a que se lo cuenten. Engánchense.