jueves, 30 de enero de 2014

Aquellas golfas

Hace unos pocos años cada vez que comenzaban a barajarse los posibles títulos de las cintas nominadas a  los Goya o a los Oscars, mi mujer y yo acudíamos al cine para ver las películas candidatas a los distintos premios, para que así, el día en el que se celebrara cualquiera de ambas galas, pudiésemos verlas y opinar con un poco de criterio. Pero en estos últimos años me doy cuenta de que desconozco los títulos de las películas nominadas, o de los actores candidatos o siquiera el día en el que se celebran las galas. No estoy al tanto de nada. Un completo desastre. Y es que eso de arrastrar diariamente de un par de cabezones pesa sobre la disponibilidad del tiempo libre. Ahora nuestro tiempo libre, aparte de verse reducidísimo, se ha limitado a nuestro piso, quiero decir que sólo podemos hacer uso de ese escueto tiempo dentro de nuestro piso.  Por supuesto también se ha reducido muchísimo económicamente. Acudir un miércoles al cine, como solíamos hacer entonces por ser el día del espectador y por lo tanto más barato, ahora es prácticamente una tarea imposible. No hablo siquiera de las sesiones golfas.

Este año, de hecho, es el primer año en el que casi no he visto nada de nada. Bueno sí, ahora caigo que vi Blue Jasmine y que el último film de Woody Allen ha colado alguna que otra nominación, pera nada más. Así que que haya suerte y que gane la mejor.

Pd: intentaré ver alguna candidata antes de la gala. A ver si los astros se alinean de tal forma que me permitan ver alguna.


lunes, 27 de enero de 2014

Atardecer - Modest Urgell Inglada

Había quedado con un buen amigo para visitar la exposición temporal Courbet, Van Gogh, Monet, Leger. Del paisaje naturalista a las vanguardias, que se expone en estos días en el museo Carmen Thyssen de Málaga, y después, si nos sobraba tiempo, pues para charlar un rato y compartir unas cervezas.

En la primera sala de la exposición -para mí la mejor en conjunto- estaba colgado el cuadro Atardecer, un cuadro del pintor catalán Modest Urgell Inglada. Un pintor del que ya había tomado nota hace un tiempo cuando visité la exposición permanente del Thyssen de Málaga. Había tomado nota, sí, pero nada más, lo había olvidado por completo. Jamás rastreé ni curioseé por Internet en busca de nueva información que completase aquel primer aviso. No consulté ningún otro cuadro suyo, ni profundicé sobre su biografía, ni sobre ninguna de sus influencias ni tendencias. Nada.

Atardecer lo he sentido más que como un descubrimiento tardío y azaroso, como un tirón de orejas o una llamada de atención, casi como un lamento agradable o un regalo agridulce. ¿Cómo no ahondé en la obra de este artista antes? ¿cómo dejé escapar una obra tan cercana a mis gustos? ¿cómo es posible que desechase en su momento profundizar en la obra de este pintor? ¿qué clase de desganada desidia me hizo pasar por alto esta oportunidad?

Ahora, en esta segunda oportunidad (soy consciente de que no siempre tendré una segunda oportunidad), sí he curioseado sobre su obra por Internet, y tras la poca variedad que he encontrado sobre su obra en la red, casi puedo decir que este cuadro (Atardecer) es el que más me gusta de todos. Pero eso no quiere decir que el resto no me guste. Al contrario. La gran mayoría de los cuadros que he encontrado por Internet son maravillosos. Una auténtica obra de arte.

Atardecer es uno de los cuadros más evocativos que nunca he contemplado, es un llamamiento a la tranquila contemplación del horizonte, como una bella ensoñación suspendida en el atardecer de una mirada, una aterciopelada visión del descanso de una mujer recostada bajo la dulce estampa crepuscular del día. Una verdadera caricia para los sentidos. Compruébenlo ustedes mismos y hagan el favor de acudir con presteza al Carmen Thyssen.



viernes, 24 de enero de 2014

Una Bitburger

Ya les he contado que recientemente he estado de viaje por Alemania y también un rato por Holanda, y claro, uno de los principales atractivos cuando viajo por Centro Europa es su gastronomía, y particularmente sus cervezas, sobre las que pongo especial atención. Probé bastantes cervezas -no me voy a quejar- aunque no tantas como hubiese deseado, pero el caso es que en este viaje me tocaba conducir y como decía Stevie Wonder, "si bebez no conduzcaz". Y yo que siempre intento ser muy obediente con las normativas referentes al tráfico, no probé una sola gota de alcohol cuando me tocaba agarrar un volante, pero eso sí, una vez que aparcaba el coche y sabía que ya no lo iba a volver a conducir hasta la mañana siguiente, en ese justo momento, se abría la veda de la caza cervecera.

La primera cerveza que caté, que ahora recuerde, fue una Bitburger, que resultó ser una pilsner muy suave y fresca, con una abundante y densa espuma, que entraba como el agua en un día de calor sofocante. No les puedo contar mucho más sobre ella porque me duró poco. Sólo sé que pareció una cerveza estupenda para acompañar a unas patatas con mayonesa. ¡Qué buenos recuerdos me trae esa cerveza!
 

martes, 21 de enero de 2014

Antología - Blas de Otero

Regresé a la biblioteca para devolver la antología poética de Alejandra Pizarnik y me traje la de Blas de Otero. Compréndanme, me crié en una casa de dos plantas, y cada vez que subía a la planta de arriba para cualquier cosa, al bajar debía aprovechar el viaje si no quería pasar los días subiendo y bajando escaleras. Esa circunstancia personal de mi juventud me llevó a querer aprovechar al máximo aquellas subidas y bajadas y como extensión de aquello siempre intento no malgastar mis idas y venidas.

Ya ven que me invento ridículas excusas con tal de traerme un libro de la biblioteca. En cualquier caso, y sea cual fuere la razón, me traje la antología poética de Blas de Otero y una vez leída debo decir que dejando de lado una buena cantidad de poemas religiosos -asunto que no me entra bien por el gaznate-, el resto me agradó bastante.  Entre el poemario hay un buen puñado de poemas que ensancharon mi minutos de lectura, como por ejemplo el poema que les coloco a continuación.


En el principio

Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.

Si he sufrido la sed, el hambre, todo
lo que era mío y resultó ser nada,
si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra.

Si abrí los labios para ver el rostro
puro y terrible de mi patria,
si abrí los labios hasta desgarrármelos,
me queda la palabra.

     Blas de Otero

domingo, 19 de enero de 2014

Los hijos de Kennedy

Tres tiros, rotundos y atronadores. Así comenzó la obra de teatro de Los hijos de Kennedy. Tres tiros que fueron mucho más que el final de la vida de Kennedy. Provocaron el brusco inicio de la pérdida de la inocencia, la escisión total de las ilusiones y el radical y violento cambio de la sociedad americana. Se perdieron muchas más cosas que las palabras de Kennedy desde aquel día. Aquel asesinato quebró la dulce existencia de una sociedad entera y desde entonces las vidas de millones de personas quedó marcada con un amargo antes y después.

En la obra representada ayer en el Teatro Cervantes, Los hijos de Kennedy, cinco grandísimos actores: Maribel Verdú, Emma Suárez, Ariadna Gil, Fernando Cayo y Alex García retrataron a través de cinco personajes dispares de la sociedad neoyorquina de la época, cómo aquellos tres certeros tiros modificaron, directa o indirectamente, el rumbo de sus vidas. Personajes que coinciden en uno de los muchos bares que abundaban entonces en las estrechas calles secundarias de Nueva York. Cinco vidas que desde aquel fatídico momento quedaron arrastradas a la turbia desidia de los días sin propósitos.

Tras los tres tiros que también finalizaron la representación, se oyó una atronadora ovación.  Yo era parte de ella.

sábado, 18 de enero de 2014

Arte callejero 22

Hoy me apetece ponerles una de esas pintadas que hay por el mundo, originales y perspicaces, que juegan y utilizan el entorno para dar un aire diferente, mejorándolo, provocando que las personas se detengan y echen un vistazo sonriendo, alegrando su tortuoso paso por una escalinata o por uno de sus rutinarios ir y venir a lo largo de una jornada. A mí al menos me lo pareció.

Una auténtica pintada en tres dimensiones.


jueves, 16 de enero de 2014

La moto, la noche, el hielo y el cigarrillo

Era una noche rica de estrellas y conducía sobre su vieja y destartalada moto hacia una gasolinera para comprar hielo. Minutos más tarde, bajo las luces de neón y con las bolsas heladas en la cartuchera, inició su camino hacia la casa abandonada de la colina. Con el casco en el codo ascendió sintiendo el cálido viento en  la cara. Paró junto al barranco desde donde estaban las vistas de la ciudad que más le gustaban. Situó la moto de cara al barranco, con la ciudad a sus pies y encendió un cigarrillo. Aquella primera calada era para él como el primer descanso del día. La respiró hondo, sintiendo el humo ocupar completamente sus pulmones. Se acodó sobre el manillar y cerró los ojos.  Parecía sentir el calor latente de la ciudad tras sus párpados. Las luces de los coches sobre el asfalto y los suaves susurros de las palmeras mecidas por la brisa completaban la sensación. Abrió levemente los ojos y observó el intermitente reflejo de la incandescencia lunar sobre las olas en la costa. A lo lejos.

Apagó la colilla bajo la suela cuando sintió el móvil vibrar en el bolsillo. Le estaban esperando en la casa de la colina con las botellas de whisky sobre la mesa. Impacientes. Probablemente -pensó- desde la colina verían el resplandor del foco de la moto cayendo sobre la ciudad. Miró hacia atrás, hacia la cartuchera y observó que el hielo aún no goteaba. Entonces, parsimoniosamente encendió otro cigarro.

miércoles, 15 de enero de 2014

La oscuridad exterior - Cormac McCarthy

Cuando leí la novela de Cormac McCarthy La carretera me quité el sombrero en este blog y me prometí a mí mismo volver a leer algo de este autor. Ahora buscando la entrada anterior me doy cuenta que he tardado mucho más de lo que yo pretendía. ¡Casi cuatro años!  Y aún parece que fue ayer cuando la leí. Supongo que que mantenga la impresión de que la leí no hace tanto es señal de lo mucho que me gustó.

La siguiente novela del autor norteamericano que ha caído en mis manos ha sido La oscuridad exterior (Outer dark), su segunda novela, publicada en 1968. Una novela que según la Wikipedia terminó de escribir en Ibiza, donde recaló después de un viaje por Europa. En mi opinión este dato es totalmente intrascendente pues en la novela no se nota -o al menos yo no noto- en absoluto.

La oscuridad exterior rezuma en cada una de sus páginas un exhaustivo y sigiloso cuidado en la utilización de las palabras. No hay en todo el texto un párrafo a la deriva, ni un mal paso con el que despeñarse. Al contrario, el autor hurga en el insondable interior de la oscuridad de las vidas, en las secas y áridas regiones intermedias de una pareja de hermanos. Una huida convertida en una búsqueda. Un libro desesperanzador y trágico al mismo tiempo. Un libro que coloco en la estantería una vez leído con la sensación de que es uno de esos que merecería ser vuelto a leer.

Espero no tardar tanto en volver a leer otra novela del que es considerado por la crítica como uno de los más importantes escritores norteamericanos de la actualidad.

lunes, 13 de enero de 2014

Música de invierno

Hay un incierto día del año en el que uno toma verdaderamente conciencia de que el invierno ha llegado. Antes de ese día al levantarnos por la mañana nos asomamos a la ventana expectantes, sospechando que en cualquier momento el invierno nos regalará con su indecisa llegada, pero mientras hace acto de presencia o no, nos desesperamos inseguros delante del armario intentado encontrar la ropa con la que acertar. A veces un viento helado, otras una lluvia pertinaz, o simplemente un cielo pálido y pesado son los indicios evidentes de lo que está por llegar. 

En invierno algunas sensaciones eclosionan más poderosamente que en ninguna otra época del año: el olor estimulante del café recién hecho que llega desde la cocina, el intenso sabor de la mandarinas recién abiertas, los platos de cuchara evaporando su esencia, el penetrante olor a tierra mojada, la visión mate de los árboles a través de las ventanas, las mujeres caminando ligero mientras huyen de la lluvia, los niños jugueteando sobre los charcos estrenando la sensación anual de usar sus botas de agua. Un sinfín de situaciones que acrecientan mi deseo  por la llegada del invierno. 

En realidad no puedo afirmar que ame más el invierno que el verano, o que la primavera o el otoño, simplemente amo apreciar el sutil cambio de las estaciones. Saber disfrutar de la estela de cada estación es en parte una buena manera de ser feliz con los días.

Comenzar a reutilizar la ropa de abrigo, sentir el placer de unos pies calientes bajo unos calcetines de lana, ahuecar las manos y calentárnoslas con el aliento, escoger un libro en el que llueva entre sus páginas, o seleccionar una canción adecuada son pequeños detalles que enriquecen las sensaciones de bienestar. Disfrútenlo.



The nights are cold - Richard Hawley

The fate of man is random so don't look down
The towns and the cities are all burning down
Your road is bitter like the whip off the wind
You wanna get to the end but you don't know how to begin

You want to know how we got to where we are now
The nights are cold
The nights are cold
The nights are cold

Let my life and all it's storms begin to blow
Take me here and there I don't care where I go
Ah, beauty is a dark cloud when you're alone
She says she has the answers but I really just don't know

You want to know how we got to where we are now
The nights are cold
The nights are cold
The nights are cold
The nights are cold

domingo, 12 de enero de 2014

Lo que soy

Bajé al trastero para buscar un diccionario ilustrado que mi hija necesitaba para el colegio y que supuse que debía estar por allí perdido entre las muchas cajas en las que tengo almacenados los libros leídos antes de venir a vivir al piso en el que ahora vivo. Una tras otra abrí las cajas en busca del diccionario y no lo encontraba, sin embargo tropecé con un buen número de libros olvidados. Libros que olvidaba haber leído, que ni recordaba haber tenido entre mis manos, pero también había otros con los que mis ojos brillaron, en los que mis manos se detuvieron, portadas que adornaron durante años las estanterías de mi juventud. Los sostuve entre mis manos, como si pesara sus recuerdos. Entre sus páginas encontré separadores envueltos de pasado: unas entradas de teatro, una postal, cupones de la ONCE, separadores de bibliotecas que ya no existen y  fueron sustituidas por entidades bancarias, pero especialmente alguna que otra tierna dedicatoria.

Al final no encontré el diccionario en el trastero pero sí entre las esquinas de mi piso. Desde el trastero sin embargo subí un par de libros de esos que han marcado la memoria de aquellos días de mi juventud.  Libros que educaron más que muchos profesores, libros que en gran parte me hicieron el que soy, para bien o para mal, que alimentaron sobradamente la curiosidad de mis días y regaron mi ansiosa imaginación. Fueron el fértil germen de lo que soy.

sábado, 11 de enero de 2014

Marilyn Monroe 13

Si alguien les pregunta cual es la actriz con el lunar más famoso, probablemente todos ustedes piensen en Marilyn Monroe. Yo lo haría. Pero puede que desde hoy no todos estemos de acuerdo de qué lunar se trata.


viernes, 10 de enero de 2014

Antología - Alejandra Pizarnik

Me acerqué a la biblioteca a devolver el libro de Rosa Montero con la intención de no traerme ninguno, pues entre los que compré en el rastro y los que me cayeron como regalos de Reyes, que fueron cuatro, tengo bastantes lecturas pendientes por delante. Pero justo cuando estaba a punto de salir pasé por delante de la zona reservada a la poesía, y mis pies echaron freno sólo para echar un vistazo y ya me fue imposible remediar el no traerme un libro de poemas.

En esta ocasión me traje una antología editada por El País sobre la obra de Alejandra Pizarnik. ¿Qué decir de la autora argentina que no se haya escrito ya? Personalmente creo que los poemas de Pizarnik son en general demasiado tristes para mi gusto. La muerte, el suicidio, la nada, la soledad como castigo son algunos de los temas recurrentes que Pizarnik abraza. Sus poemas son tristes y dolorosos y creo que lo que ahora necesito en mi vida es tal vez un poco de sincera alegría.

Quizás por eso sus poemas cayeron en mí como un postre en mal estado y los leí por encima, casi de puntillas, para que no se me agarraran al trapecio de mis sentimientos, aunque alguno lo logró.

Mendiga Voz

Y aún me atrevo a amar
el sonido de la luz en una hora muerta,
el color del tiempo en un muro abandonado.

En mi mirada lo he perdido todo.
Es tan lejos pedir. Tan cerca saber que no hay.

            Alejandra Pizarnik

miércoles, 8 de enero de 2014

Una visita

Después de bastante tiempo hoy he vuelto a la facultad, mi facultad. La Politécnica de Málaga. Mi facultad que ya no es la mía porque aunque estudié en ella, ya no es la misma. Ahora tanto la ubicación como el edificio y los planes de estudios son otros. Todo ha cambiado. Estudié en la Facultad Politécnica en El Ejido y ahora todo aquel campus -si es que merecía que lo llamaran así- ha sido trasladado. Ahora está en el Campus de Teatinos. Una universidad completamente remozada y modernizada, muy pulcra y funcional, con aire de hospital moderno, pero algo más fashion, con su hélice en la cubierta moderna. Superguay.

Otro cambio que uno observa es que ahora el aparcamiento es sencillo. Llegas con el coche y puedes elegir el aparcamiento casi que te venga en gana. Hay cientos de plazas libres para estacionar, al menos hoy cuando la he visitado. Nada que ver con aquellos días en los que aparcábamos los coches en segunda fila dejando el freno de mano quitado para que quien lo necesitase empujase el coche según su interés. Ni sospecha de que hubiese un gorrilla que te sableara cien pesetas por decirte que habías aparcado bien. ¡Hasta la moneda ha cambiado!

 Entro en el centro y los pasillos son amplios y luminosos, y están pintados de distintos colores, alegrando y dividiendo las diferentes secciones dentro del centro. Todo muy bien indicado por pertinentes carteles, bien ortografiados con letra de imprenta. Nada de folios pegados en las paredes con adhesivos con un flecha y unas pocas palabras mal garabateadas con un boli bic. Ahora, además, hay información telemática sobre casi cualquier asunto sobre el que estés interesado. Existen facilidades por todas partes y hasta la reprografía está ubicada en el mismo edificio. ¡Cuántas ventajas! ¡Si hasta entran ganas de estudiar!

Camino por los pasillos siguiendo las indicaciones y al llegar a secretaría encuentro una pequeña cola, ¿es posible? La mayoría de los jóvenes con los que voy cruzando son todos del género masculino -hay cosas que no cambian-. Y todos los de la cola, sin excepción, están con los móviles en las manos. Chateando imagino. Pantalones vaqueros caídos estratégicamente para mostrar los gayumbos que supongo habrán recibido el día de reyes, sudaderas de marcas, zapatillas deportivas, barba de dos semanas  y peinado estudiadamente descuidado, pero la misma cara de pardillos con espinillas de siempre. Entonces cuando el funcionario que atiende se levanta y sólo estamos los de la cola, pregunto en voz alta: ¿esta cola es para alumnos? Y todos me miran bobalicones y con miradas huidizas y me confirman que sí. Mis canas y mis cuarenta tacos dan cierta presencia. Entonces avanzo y cuando el que atiende pregunta quién es el siguiente doy un paso al frente y me atiende a mí. Por la cara. Y eso que yo no tenía ninguna prisa. Y no me hubiese importado esperar la cola. Lo hice sólo para comprobar si era cierto eso que yo pensaba sobre que aún estaban tiernos. Confirmado.

Salí  de la universidad camino del coche reafirmándome con aquella acertada cita que dice que más sabe el diablo por viejo que por diablo. Si no sintiéndome orgulloso, confieso que sí algo feliz por haber sacado partido a mis canas. No todo iban a ser desventajas.

lunes, 6 de enero de 2014

La excusa perfecta

Ayer, justo después de publicar la entrada, comencé a pensar en todo lo que tenía que aflojar para tenerles a todos contentos y la angustia y la desesperación me inundaron completamente. Con la que está cayendo y yo aquí haciendo el lila, y todo por no tener una buena idea, algo original que ofrecerles, y ya se sabe, los grandes aprietos avivan las ideas y especialmente el ingenio. Entonces, yo que no tengo ni muchas ideas y aún menos ingenio, me acordé de aquello que decía Pablo Picasso de que "los buenos artistas copian, los grandes artistas roban". Me acordé de ello y volqué todos mis pensamientos, estrujé todo mi cerebro en busca de alguna buena idea. Algo necesario, pues la necesidad hace valorar las cosas que poseemos. Algo útil, barato, a ser posible gratuito y que reportase una gran satisfacción. ¿Qué es lo más importante al fin y al cabo en la vida? ¿Qué es lo que tanto nos falta y tanto necesitamos? Entonces caí en la cuenta: el tiempo.

¿Quién no desea tener tiempo libre? Tiempo del bueno, del pata negra. Ese que siempre estás deseando tener pero que al final nunca puedes disfrutar. Y de repente, recordé un anuncio, una utilidad para smartphones, un secreto perseguido durante generaciones y generaciones. Así que decidí copiar a lo Picasso y por eso hoy les ofrezco, sin ningún gasto ni compromiso, lo que llevan toda su vida deseando tener: la excusa perfecta.

Vean el vídeo y lo comprenderán. 



Ya me darán las gracias cuando me vean.
 

domingo, 5 de enero de 2014

Mi regalo de Reyes

Tenía pensado colgarles hoy un regalo para esta fecha de Reyes, un libro, una canción, algo así. Pero como esto de las descargas se está poniendo tan peliagudo, he decidido ponerles una de esas fotos de mujeres con curvas peligrosas, pero claro, también hay -supongo- alguna mujer que entra en este blog alguna vez, aunque sólo sea para rajar de él, y no sería justo. De manera que el asunto está empezando a ponerse bastante complicado. Otra cosa que se me ocurre que podría ofrecerles es un buen consejo, ya saben, explicarles algo que no supiesen ya y que les entusiasmara y ayudara, pero la verdad es que no tengo tal cosa, ya me gustaría, aunque hubiera estado bien. Entonces... ¿qué?, un buen enlace no estaría mal pero sería algo así como enseñarles la puerta de salida, y no es algo que pretenda. No sé es complicado, no se me ocurre gran cosa.  Mi imaginación no da para tanto, lo siento. Ya sé, se me ocurre que un chiste podría ser un buen regalo, pero eso sí, debería ser un buen chiste. En realidad un buen chiste es casi un regalo, les alegra el rato y nunca viene mal. Ya está, eso va a ser, vale, me parece estupendo, sí, déjenme que piense en uno, uno bueno, uno de esos que le gusta a todo el mundo, a todos sin excepción, a ver, a ver, un momento que estoy pensando... pues no sé... ahora no se me ocurre ninguno. Siempre ocurre lo mismo, cuando uno necesita un buen chiste no está ninguno disponible en el cajón de los momentos oportunos, sin embargo, cuando menos los necesito llegan para hacerme reír en el justo momento en el que se me queda todo el mundo mirando y pensando qué es lo que le pasa a ese capullo. Bien pensado no creo que regalarles un chiste sea tan buena idea. Además un chiste escrito no es lo mismo, no tiene la misma gracia y además podrían saberlo y entonces algunos se quejarían sintiéndose estafados.

Me parece a mí que o empiezo de un momento a otro a tener una buena idea o voy a tener que hacer la entrada de otra cosa, nada de regalos, ni reyes ni nada por el estilo. Una entrada corriente y va que chuta.

En este momento pienso en el lado positivo y el lado negativo de las cosas. Siempre he mantenido que un par de Johnny Walker's antes de sentarme a escribir en este blog le sienta mal a mi estómago pero de puta madre a las entradas de este blog. Así que o empiezo a tener una idea medio aceptable ya, o voy a tener que levantarme a preparar un vaso bien largo. Porque como siga yo así de nublado, voy a tener que recurrir al mismo regalo de siempre, ese que no falla nunca, ese que tuerce voluntades y despliega sonrisas por doquier. Ya me entienden. Joder, ya está, lo sabía, al final siempre termino pagando el pato. De acuerdo, voy aflojando... pónganse en fila.


sábado, 4 de enero de 2014

Una memoria terrible

Poseo una memoria terrible. Es mala, infiel y vengativa. Les pondré un vergonzoso ejemplo.

Hace unos días, para no ir muy lejos, acababa de subir las escaleras mecánicas de El Corte Inglés y me dirigía distraídamente -como en mí es habitual- hacia la sección de deportes, para hacer un encargo propio de estas fechas. Iba, digo, pensando en mis cosas y de repente escucho a alguien llamándome, levantando la voz desde mi derecha, me llama por mi nombre: ¡Salva, Salva! Me giro y veo a un hombre alto y delgado, vestido de manera deportiva, más o menos de mi edad, alargando la mano para estrechármela, con una amplia sonrisa en la cara, como contento de volver a verme (esta cara me suena -pienso-, lo conozco, pero... de qué lo conozco. ¡Qué mala memoria! Y encima él recuerda mi nombre). De repente me pone la mano en el hombro y me dice que se acuerda muchas veces de mí. Me dice que estoy igual que siempre y que tengo buen aspecto, que seguro que me cuidan bien. Sí, sí, la señora que lo cuida a uno bien -le contesto- (no me siento capaz de decirle que no me acuerdo de él después de tanta demostración de efusividad por su parte). Ahora mismo -pienso- tengo que tener una cara de auténtico panoli. A ti también te cuidan bien -contesto, para salir del paso-. Sí, sí, -me dice- ya sabes. (¡Ya sabes! Empiezo a darme pena a mí mismo).

De repente me pregunta, aunque en sí es una afirmación: ¿estarás contento con el Málaga, no? (¡joder!, ¿quién coño es éste? -me torturo- No necesito saber el nombre, tan sólo recordar quién es, hago un esfuerzo de concentración enorme, con cara de poker, intentando que no se me note en la cara). Ya ves, le digo, el curso pasado de alegría en alegría, y esta temporada ya veremos, pero no está muy mal del todo. ¿Y a ti, cómo te va? -le pregunto con interés a ver si soy capaz de tirar de la cuerda y recordar algo-. Tirando -me contesta-, no me quejo. La misma mierda de siempre. Echando más horas que un chino, sudando más que un pollo en un asador y cobrando menos cada día, pero no voy a quejarme que no está la cosa para quejarse y además sirve de poco. La siguiente pregunta ya duele: ¿cuánto hace que no coincidimos? Puf, le digo, un montón, no sabría decir, soy malísimo con las fechas. Seis años o más por lo menos -dice-. ¡Cómo pasa el tiempo! (sólo se me ocurre cargar la conversación de tópicos). Sí, sí que pasa, ya ves -contesta con una media sonrisa en los labios-, a ver si coincidimos en otro mejor momento otro día y nos tomamos una cerveza -sugiere-. A ver, sí, cualquier día de estos. ¡Me alegro de verte!¡Hasta pronto!¡Felices fiestas! Y cada uno para su lado.

Me despedí de él, pero desde entonces todavía anda por mi cabeza y aún sigo intentando averiguar quién coño es. ¡Maldita sea mi mala memoria!

Pd: Pido perdón por si está leyendo esto, aunque lo dudo.

viernes, 3 de enero de 2014

Los primeros días del año...

Estos primero días del año vienen rodeados de buenos propósitos y todos, en mayor o menor medida, pretendemos cambiar algún aspecto de nuestro comportamiento, de nuestra forma de ser. Mi pequeña experiencia me dice que es complicado cambiar, pero que si la intención es constante y no se diluye en los primeros días de las semanas siguientes, puede que  finalmente se consiga.

Lo más sencillo es comprender que es cierto, que cambiar es posible y que todo lo más importante para ser feliz en la vida está en nosotros mismos, en nuestro interior. No hay que pagar por ello, no hay que pedir favores, ni siquiera se necesita realizar un gran esfuerzo para lograrlo. Nuestra felicidad depende de ello, y ese "ello" somos nosotros. La felicidad de nuestras vidas está en nuestra manera de buscarla. La felicidad, bien pensado, no es un fin, sino un medio, y sólo a través de él lo podremos alcanzar. Pero no quiero seguir con este parafraseo redundante que empiezo a parecer a Coelho en El País de la autoayuda, y no es lo que pretendo.

Ahí van unos consejos por si quieren seguirlos:

 Creo que se entiende bien y no necesita traducción.

jueves, 2 de enero de 2014

La maravillosa orquesta del alcohol - Vasos vacíos

De vez en cuando una canción aparece inesperadamente en nuestras vidas, y lo hace en el momento más jodidamente necesario, con tanto acierto que uno se pregunta si es producto de la casualidad, o simplemente es nuestra predisposición interior la que se agarra a cualquier tabla de salvación. En cualquier caso, la canción está ahí, y anida en nuestro interior como huyendo de la más oscura letanía de nuestra inconsciencia y echa en nosotros el ancla inamovible de su virtud. Sabemos que desde ese momento y hasta el oscuro final de nuestros días nos acompañará como un bálsamo melancólico de malos momentos. Disolviendo nuestros insoportables días de desilusión, y rescatándonos del negro tedio de la desgana. Ofreciéndonos una vigorosa mano que nos arranque del insondable y desmedido océano de la "cruda y cruel realidad".

Disfrutamos de la canción con su virtud inenarrable de hacernos olvidar todo lo que nos rodea, cautivando nuestra mente tan poderosamente que con ella vivimos en la frontera de la realidad y la magia. La magia de cerrar los ojos y volar, sintiéndonos "pasajeros de un vuelo sin motor", pero sin embargo, prestando atención, la canción nos habla, nos cuenta entre líneas su simplicidad: "no tengo nada que decir que no hayas oído". Pero da igual, no importa, toda su simpleza, su osadía, su nostálgico vaivén, la sutileza de su melodía, su desgarrada voz, todo llega en el preciso momento en el que más lo necesitábamos, y respiramos aliviados, una vez más después de una fatigante asfixia, preguntádonos si quizás no será esta vez la última vez.



miércoles, 1 de enero de 2014

Hazte extranjero

Apenas veo la tele, y cuando la veo casi siempre es algún programa grabado, ya sean películas, documentales o alguna serie. En directo no veo casi nada, podría decir que lo único que veo en directo son partidos de fútbol, y por ende, como comprenderán, casi nunca veo anuncios. Siempre aprovecho el descanso de los partidos para estirar las piernas.

No hace mucho mi señora publicó en Facebook el anuncio de Hazte extranjero, que seguramente todos habréis visto ya, pero que yo no había visto. Pensé que era uno de esos anuncios que me gustaría colgar en el blog y aunque estoy seguro de que casi todos lo habéis visto, he decidido colgarlo íntegro, porque como este blog va más de mí que de ustedes, me lo cuelgo a mí mismo. ¿Quién sabe? -me dije- quizás algún bicho raro como yo lea este blog y si aún no lo ha visto, pues aquí lo tiene.