sábado, 30 de noviembre de 2013

La bolsa de plástico

Eran las seis de la madrugada y ya estaba despierto. Todos en casa dormían pero yo estaba con el oído tieso escuchando el bramido infinito que llegaba del exterior. No apetecía en absoluto abandonar la acolchada calidez de la cama, desde donde escuchaba el fuerte y agitado viento retumbar en los cristales de la ventana. Dentro de la casa se respiraba una aletargadora serenidad, pero en el exterior daba la impresión de que se estuviese llevando a cabo una invasión, algo así como una batalla climática a vida o muerte.

Saqué tímidamente los pies fuera de la cama y los posé desnudos sobre el gélido mármol blanco y un violento escalofrío me recorrió la espalda. Me dirigí hacia la ventana que está en la cocina y la abrí con temor, como si al abrirla me fuese a encontrar con el mismísimo diablo. Fuera, el viento agitaba las ramas de los árboles de una manera demencial y las ramas parecían estar poseídas por una alocada desesperación. Era la imagen exacta de una noche maldita.

En el aire flotaba un penetrante olor a mar. El viento, furioso, le había arrancado al Mediterráneo parte de su abismal esencia y se la estaba restregando por todo lo ancho del cielo gris. Como un trofeo. Una bolsa de plástico se contorsionaba violentamente junto a la triste luz de una farola, se retorcía como si mantuviese una lucha frenética y perversa contra la naturaleza. Yo, acurrucado junto a la ventana, me mantenía en el lado neutral de la batalla, observándolo todo desde una posición segura. Aquella lucha endiablada entre la bolsa de plástico y el viento me recordó a aquellos barcos que pelearon contra la inconmensurable fuerza del mar, enfrentándose en un choque desigual, pero aún así luchando, intentando seguir a flote. La bolsa se rajó de un lado a otro, sonó como un latigazo en el aire. Aquel sonido me hizo sentir desnudo, vulnerable. Ahora la bolsa se mecía inerte, completamente abandonada a la gracia del viento.

Pensé en aquellos barcos de hace cuatro o cinco siglos que cruzaban osadamente los océanos, con su rudimentaria tecnología, con toda una tripulación unida para lograr la proeza de llegar a un puerto por descubrir. No sabían lo que se encontrarían tras el inmenso manto azul que les esperaba. Habían aprendido a guiarse gracias a las estrellas y aquel era su único norte: la estrella polar. Se lanzaban a la aventura insondable de navegar, dispuestos a entregar sus vidas a lo que la fortuna les deparara. El mar era al mismo tiempo su camino y su final. El mar les nutría de alimentos de la misma manera que les engullía. Todo era puro azar y poco podían hacer cuando una tempestad se enfrentaba a ellos. Estarían tan a merced de la naturaleza como esta bolsa lo está ahora mismo.

La bolsa, desgarrada, quedó enganchada entre las ramas de un árbol y el cielo estaba comenzando a filtrar la claridad del sol y tenía un aspecto extraño, grisáceo y brillante, como de superficie lunar. Cerré la ventana y regresé a la cama, pero no pude conciliar el sueño.

martes, 26 de noviembre de 2013

Como una leyenda

El domingo estuve en el cementerio; la hermana de un viejo amigo mío no pudo sobrevivir a una complicadísima doble operación de pulmón y corazón. Ni cincuenta años contaba. Un marido y una hija de apenas catorce años deja en este mundo. Una verdadera lástima.

Cada vez que visito el camposanto vivo un sentimiento contradictorio. Por un lado está la pena por la persona que deja esta vida, por las personas que le lloran aquí y que tendrán esforzadamente que intentar superar el drama de la muerte de una persona cercana y querida; pero al mismo tiempo, casi en contraposición, en mi interior siento un sensible impulso de vida, algo así como una respuesta inmediata a la muerte, una especie de deseo enérgico por querer aprovechar más intensamente los días.

La cercanía de la muerte, tan presente y tan ausente en nuestras vidas, me obliga a mirar de soslayo aquello que se queda y aquello que está por venir, por eso cuando la muerte roza mi vida en cualquiera de sus formas, seguidamente siento un impulso efusivo por vivir. La muerte nos recuerda que la vida es tan efímera como los minutos, y que hay que aprovecharlos antes de que se acaben, de que se nos vengan encima, que seguro que se nos vendrán en nuestro último día, por eso al volver a casa, en el regreso al hogar desde el cementerio, los abrazos son más estrechos y los besos tienen un sabor más pausado. Es la forma más natural y directa que conozco de sentir la vida.

Más tarde antes de acostarme, cuando los chiquillos dormían bien acurrucados bajo sus mantas en las esquinas de las camas, me acerqué a mi coqueta biblioteca, abrí un libro de citas y dudé si buscar la palabra muerte o la palabra vida. Al final me quedé con esta cita de Séneca:

La vida es como una leyenda: no importa que sea larga, sino que esté bien narrada.

lunes, 25 de noviembre de 2013

Una Radeberger

Hoy tenía ganas de presentarles una cerveza alemana, y al final me he decidido por una pilsner que probé esta pasada primavera y que dejó un buen recuerdo en mí. Fue una de las cervezas alemanas que pillé para "ambientarme" antes de los partidos que enfrentó en eliminatoria de cuartos de final de la Champions League al Málaga CF y al Borussia de Dortmund, de cuyo final no quiero acordarme.

Al primer trago es una cerveza suave, quizás demasiado suave para mi gusto, pero es cierto que posee un sabor amargo posterior que me agradó. La espuma es densa y compacta a la par que duradera y su aroma en bastante consistente, además es de un blanco níveo. Se fabrica en las afueras de Dresde desde 1872 y se enorgullece de ser la primera cervecería alemana en elaborar exclusivamente pilsner. Es una cerveza con poca gradación 4.8 % de alcohol, lo que la hace relativamente peligrosa, pero como tiene un sabor amargo potente engaña bastante.

A mí me gustó, así que espero que la prueben y después me comenten que les pareció por aquí.


domingo, 24 de noviembre de 2013

Blanquiazul

La marca de cerveza argentina Quilmes ha realizado un anuncio publicitario solicitando a los argentinos que se enfunden las camisetas de los equipos argentinos, en lo que es una curiosa forma de reclamar lo autóctono -supongo que Quilmes está perdiendo ventas a nivel nacional con respecto a otras cervezas de importación-. El asunto es que Quilmes pretende que los argentinos se gasten la plata en las camisetas de sus clubes y especialmente en la de su selección, concretamente en la de Messi, (si yo fuese argentino antes me compraría la de Higuaín, que al menos jugó en su liga) sobre todo ahora que se acerca el Mundial, y de la misma manera esperará que los argentinos soplen Quilmes, asociando la idea de luchar por lo propio como una idea dirigir el consumo a su favor. En mi opinión la idea es bastante pícara, pero si he colgado este vídeo hoy aquí es porque aparece la camiseta del Málaga -ya saben, mi equipo- y me agrada que los argentinos vayan entendiendo que no son los únicos que visten de blanquiazul.


Por cierto yo sí revoloteo la camiseta del Málaga y también beso el escudo, y es imperdonable que Willy Caballero no vaya con la selección argentina, y ya puestos, si me regalaran una camiseta argentina que fuera la de Willy o la de Demichelis. Gracias.

viernes, 22 de noviembre de 2013

Planes

Conforme se va acercando el fin de semana intento organizar en mi cabeza todo aquello que pretendo hacer durante él, pero poco a poco la avasalladora realidad de los días va venciendo mis deseos previos y mis esbozos de planes, y acaba acaparando mi tiempo irremediablemente. De forma que después del fin de semana uno regresa a la cotidianidad de la semana, después de comprobar como los deseados proyectos del fin de semana se escaparon por los intersticios de los días de la misma manera que la arena se escurre por entre los dedos de las manos. Y lo lamenta. Pero, sin embargo, lo más curioso de todo es que la mayoría de las veces la vida no es otra cosa que todo aquello que se escapa de los planes que  previmos.



miércoles, 20 de noviembre de 2013

Tiempos ridículos - Javier Marías

Cada dos años aproximadamente Alfaguara publica un libro que recopila los artículos de Javier Marías en El País Semanal durante ese período, de modo que, si la economía me lo permite, cada dos años visito una librería para comprármelo. Esto ocurre cada cierto tiempo con los artículos de Javier Marías pero también con los de Arturo Pérez-Reverte (del que ya estoy esperando nuevo volumen) y si se da el caso también con los de Antonio Muñoz Molina.

En esta ocasión el volumen de artículos de Javier Marías incluye noventa y seis columnas, desde febrero de 2011 hasta febrero de 2013, y como título el autor madrileño ha elegido Tiempos ridículos, que coincide, como viene siendo costumbre, con el título de uno de los artículos que incluye.

He de decir que en esta ocasión el libro le ha salido a Marías quizás algo más oscuro y triste que en ocasiones anteriores y es que lo tiempos mandan, y Marías, como cualquier ciudadano de a pie, se ve impregnado involuntariamente por el desánimo general y la mala perspectiva de presente que cierne nuestro país. Así en conjunto he echado de menos esos artículos suyos en los que hablaba de literatura, o de sus gustos de cine, o incluso los de su compadreo con Arturo. Y hasta en los artículos referentes al fútbol también ha coincidido en tiempo con los de Mourinho, de tal forma que también, sin remedio, le han salido tristes. Esperemos que el próximo libro de artículo sea más positivo y esperanzador, aunque sólo sea por el bien de nuestro futuro.

Un placer leerle.

lunes, 18 de noviembre de 2013

domingo, 17 de noviembre de 2013

My Woody Allen Weekend

Fui al rastro de Fuengirola con la intención de estirar las piernas y, si tenía suerte, de comprar algún libro a precio de saldo que pudiera hacerme tilín, y, casualidades de la vida, el mismo fin de semana que se estrenaba en España la última película de Woody Allen, Blue Jasmine, fecha que yo tenía bien señalada en el calendario, nada más entrar en el rastro, en el primer puesto en el que curioseé, tropecé con un libro de Woody Allen que hacía muchísimos años que leí (un amigo me lo prestó) y que desde entonces siempre he querido comprarme, pero que por una causa u otra he ido aplazando y es que confieso que soy bastante tacaño a la hora de comprar un libro que ya he leído antes.

El libro en cuestión, Cuentos sin plumas era de la misma edición en la que lo había leído años atrás (Círculo de Lectores) y aunque estaba firmado a bolígrafo con la firma -supongo- de su anterior propietario -en este caso propietaria-, Matilde para más señas, se encontraba en bastante buen estado. Pagué los dos euros que me pidieron por el libro y sentí que la vida a veces nos obsequia con estas casualidades y que éstas son ofrendas que uno ha de saber aprovechar.

Esta mañana en sesión matinal, en una sala que completábamos tres personas, he visto Blue Jasmine -vayan a verla aunque sólo sea por la grandísima interpretación de Cate Blanchett- y doy por cerrado mi propio Woody Allen weekend. 

Por cierto a mí la película me encantó. 

sábado, 16 de noviembre de 2013

En taxi


No tengo ni idea de dónde ha salido la foto, ni de si es un fake o real (a mí me parece real pero hay verdaderos artistas del Photoshop). Sea como fuere no puedo imaginarme cómo carajo se ha llegado a esta situación, aunque se me ocurren algunas:
 
- Perdone taxista, ¿le importa que ponga al oso detrás?
- ¿Me puede devolver al zoo, que he sacado el oso sin darme cuenta?
- ¿Me podría llevar al...? ¡Oiga, no corra, oiga...!
- ¿Sabe dónde podría comprar mucha crema de cacahuete? ¡Llévenos!
- ¿Le importa llevarlo al parque, que en seguida vuelvo?
-  Lo vi tan triste allí en la jaula que decidí llevarlo a ver el centro...
...

Sabía que la profesión de taxista tenía sus riesgos, pero nunca supuse que era así de peligrosa.

viernes, 15 de noviembre de 2013

Arte callejero 20

No sé si Einstein dijo alguna vez lo que está escrito en el cartel que sostiene en esta pintada vista en algún muro de Canadá, pero estoy seguro de que estaría de acuerdo. ¿No creen?


lunes, 11 de noviembre de 2013

Ukelele

Después de la entrada de ayer, y queriendo rizar el rizo, creo que hoy es un buen día para mostrarles un vídeo que vi por primera vez hace unos cuantos meses en el que se muestra lo que seis tíos son capaces de hacer con un ukelele y con una de esas canciones pegadizas que tanto suenan en las radios. Espero que les guste. A mí me gustó.


domingo, 10 de noviembre de 2013

Una hawaiana con un ukelele - Tito Muñoz

No quiero ponerme pesado, pero como les contaba, recientemente estuve en Baeza, y allí, en pequeños momentos salpicados durante el fin de semana, fui leyendo un libro que no era mío, sino de mi amigo Miguel, que se lo había llevado hasta Baeza. Y Miguel me lo puso por delante y me dijo: aquí lo llevas; aunque no le hicieron falta esas palabras.

El libro era un libro de poemas de un autor que yo no conocía -por lo que la curiosidad era mayor-, Tito Muñoz, y el título Una hawaiana con un ukelele. Uno de esos libros pequeñitos y bien hechos de los que uno sabe antes de probarlos que han sido cocinados a fuego lento. Abrí la primera página y me encontré en la primera esquina una de esas palabras que no me suelen gustar en los poemas, una de esas palabras cursis hasta el tuétano, y que nada más verla dan grima religiosa dependiendo de con qué palabras salga de paseo. Pero esa misma palabra que tantas veces me ha provocado salir por la puerta de atrás de un poema, llegaba acompañada de un aviso. Un aviso importante, casi capital. Y a partir de ahí, ya no pude parar.

AVISO

Te lo aviso:
tengo un alma.
Y está cargada.

Así que desde ese primer aviso a cada poema lo recibía yo sin ninguna precaución y con un sonoro Aloha.


sábado, 9 de noviembre de 2013

Marilyn Monroe 11

Estamos de lleno en noviembre y sin embargo el frío todavía no ha hecho acto de presencia en Málaga, y por lo que medianamente se puede vislumbrar en los últimos informativos meteorológicos ni se le espera.

Aún no he sacado del armario la ropa de invierno, ni siquiera el calzado, y en este blog, por lo que se ve, la única persona precavida es nuestra queridísima Marilyn Monroe.


viernes, 8 de noviembre de 2013

Voltaire dixit

Otra cita que me gustó y que me traje de Úbeda y que ahora comparto con ustedes, es ésta de Voltaire, que desafortunadamente no llevo al pie de la letra tanto como me agradaría.


jueves, 7 de noviembre de 2013

Nuevos presentes

Les contaba en la entrada anterior que el fin de semana pasado, algo más extenso por la celebración de la festividad de todos los santos, regresé a Cazorla, donde no había vuelto desde hacía catorce años.  Además también regresé a Baeza, donde estuve el año pasado pero también catorce años atrás, al igual que en Úbeda, a la que sin embargo en esta ocasión esquivé para así poder visitar Jaén, que no había visitado nunca.

De manera que mezclé pasado cercano con pasado lejano, y por tanto, recuerdos frescos con recuerdos añejos. Pero también visité Jaén, donde en cambio no había estado nunca, por lo que podría decirse que allí comencé a crear recuerdos nuevos, a vivir, si cabe, más en el presente, y añadí posibles recuerdos que quizá algún día rescataré. ¿Quién sabe? Cualquier recuerdo es posible, uno nunca sabe al ciento por ciento qué es lo que retendrá y qué lo que descartará: una curiosa placa en la entrada de un bar, la singular perspectiva de una calle, el sabor típico de alguna tapa, alguna conversación ocurrente, un cielo sobrecogedor en el camino de vuelta.... los recuerdos son caprichosos e imprevistos.

De entre los recuerdos que creo tener bien guardados en la memoria están  la fachada de la Catedral,  la esplendidez de las tapas, la fascinante vista que se puede disfrutar desde el Castillo de Santa Catalina, donde está situado el Parador, en cuyo interior hay una monumental sala de hechuras clásicas que ha sido habilitada como cafetería, donde tomé un café con leche -que no un mitad- y contemplé un tríptico verdaderamente bello.

Una de las cosas que me gustaría recordar de mi visita a Jaén es una frase que vi enmarcada en la pared de un restaurante:

"Se ha dicho hartas veces que el problema de España es un problema de cultura. Urge, en efecto, si queremos incorporarnos a los pueblos civilizados, cultivar intensamente los yermos de nuestra tierra y de nuestro cerebro, salvando para la prosperidad y enaltecimiento patrios todos los ríos que se pierden en el mar y todos los talentos que se pierden en la ignorancia."

    Madrid, 1 de Mayo de 1922
Santiago Ramón y Cajal

Ni una palabra más.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Encontrando recuerdos

Volver a los lugares en los que uno estuvo mucho tiempo atrás es una forma inmejorable de recuperar recuerdos. Volver a los mismos sitios por los que se transitó, regresar a los caminos que se recorrieron, reviviendo las experiencias, reconociéndolo todo de una manera natural e inmediata, es como provocar forzadamente que los recuerdos vuelvan de una manera sencilla e incluso espontánea. Es algo así como encontrar sin buscar (parafraseando deformadamente a Picasso).

Este fin de semana pasado volví a la Sierra de Cazorla, donde no había estado desde hacía unos catorce años, y regresé para reencontrarme con los recuerdos que allí me esperaban. Y verdaderamente sentí esa nostalgia que envuelve los recuerdos y que intensifica la capacidad de ensoñación en el presente. A ratos anduve acompañado por las compañías que tuve entonces; y la naturaleza, que salvajemente rodea a Cazorla, nada más llegar, y con pequeños brincos, me guiñó para ofrecerme su bienvenida, y horas más tarde, a la hora de marchar, mientras conducía de vuelta al presente, el cielo también quiso despedirse.

 
 
Agradezco emotivamente semejante despedida.