domingo, 29 de septiembre de 2013

Relearning

Desde hace unos pocos días he vuelto a retomar mis clases de inglés, veintialgo años más tarde después de mi última clase, aunque en realidad la lengua británica, por muy diversas razones, nunca ha dejado de estar presente en mi vida. De hecho, creo, mi inglés es quizás algo mejor ahora que entonces, pues he adquirido algo más de vocabulario, incluso puede que también haya mejorado mi pronunciación, pero sobre todo lo que creo que he mejorado en mayor medida ha sido mi oído. Por contra, mi gramática se ha resentido y probablemente también he relajado mi ortografía inglesa, así que a partir de ahora no me quedará más remedio que ponerme las pilas.

No puedo afirmar que me he apuntado a inglés por puro placer, pero tampoco puedo sostener que lo he hecho por obligación. Aunque desde hace algún tiempo, siempre que me toca hacer algo, y sé que es irremdiable y no hay otra que hacerlo, intento poner la mejor de mis sonrisas a lo que me toque hacer, aunque no siempre lo consiga.



sábado, 28 de septiembre de 2013

The way you make me feel - Brooke Palsson

Escuchar una versión de una canción que conoces perfectamente desde hace media vida y escucharla cantada por una persona distinta, con otro tono de voz, cambiando el estilo, desmenuzando los instrumentos hasta llevarlos al extremo de la sencillez, tal y como si se fuese desnudando prenda a prenda hasta finalmente dejarla en ropa interior, para que después, al interpretarla en directo, podamos disfrutar de un resultado tan bueno  como éste, debe provocar una sensación de satisfacción enorme.

Disfruten de la versión:

jueves, 26 de septiembre de 2013

Los días discontinuos

La mayoría de las personas afirman que su estación preferida es el verano. Prefieren disfrutar de los días de relajada tranquilidad tumbados al sol, o de las amplias expectativas de los días estivales, o de la posibilidad de pasar más tiempo con la familia, por poner solamente unos pocos ejemplos. La minoría, según parece, esperan en cambio ansiosamente a que regrese el invierno. Prefieren la abrigada nostalgia de los días nublados, o advertir la envolvente lluvia desde el recogimiento interior de una vivienda, así como la próxima familiaridad de la navidad. Es sólo una cuestión de gustos.

Cada cual tiene sus razones -razonables o no-, pero yo, para llevar la contraria, como suele ser habitual en mí, no soy ni de lo uno ni de lo otro, o quizás debería decir que soy de las dos al mismo tiempo, porque yo me siento hombre de entretiempo. Me encanta la luminosidad de los días de verano y la disponibilidad que ofrece el clima abierto y soleado, así como de la multitud de opciones que se ofrecen apresadas en cada día, pero también soy consciente de que el invierno encierra un encanto particular de olores y sensaciones: el olor de la tierra mojada, el cielo nublado y tembloroso a punto de descargar, los intensos sabores de los guisos o la posibilidad de leer plácidamente en el sofá con la indecisa claridad de una tarde de invierno. Por eso, cuando llega el entretiempo y sé que voy a tener días salpicados de un poco de todo, me siento como un niño con zapatos nuevos.

Cuando a primera hora de la mañana de un día de entretiempo, donde sobrevuela la incierta sospecha de que el invierno está ya encima, pero sin embargo al mediodía, inesperadamente, el clima se suaviza y se apacigua, y el entusiasmo abierto de los días calurosos vuelve a resurgir, y entonces se vuelve a disfrutar de los últimos coletazos del verano, que solamente alcanzan hasta el anochecer, porque la simetría de los días termina por devolver esa refrescante oscuridad temprana que adornan los días invernales, entonces, disfruto plenamente del ciclo de la vida, del ir y venir de los días, de las dos caras de la misma moneda.

Esta variedad de sensaciones en un mismo día es como un regalo discontinuo, como una bendición repentina de riqueza súbita. Es la posibilidad más amplia y variada que un día puede ofrecer. Es como un presente de la naturaleza para agradar a todos. Algo así como la justicia incompleta de contentar a todos o la demagogia traviesa de no dejar contentos a nadie. Esos días inconstantes y volubles son la gratificación imprevista que se nos regala y yo siempre he sido muy receptivo a los regalos. Como es natural.


martes, 24 de septiembre de 2013

Amistad

Una vez leí que la amistad era como un círculo, en el que no hay esquinas que romper, ni final donde acabar, ni lados que medir.


lunes, 23 de septiembre de 2013

Esperar que la vida...

Una creencia muy extendida es que a las personas malas la vida acaba por pasarles la factura. Exactamente igual que se cree esto, ocurre en el sentido contrario. Se tiende a pensar que las personas que son buenas, en el más amplio sentido de la palabra, la vida, tarde o temprano, las recompensará, las tratará bien, como si  en esta vida hubiese una especie de justicia poética que al final va poniendo a las personas en su sitio. Y no es que yo discrepe con esta idea, que me parece muy potita e ideal, no, lo que me ocurre es que básicamente no creo en ella, pero no lo hago como un acto insensato de rebeldía ni nada por el estilo, es simplemente que la vida ya me ha ido demostrando, con hechos, la primera y fundamental regla que se ha de aprender para ser medianamente feliz. ¡La vida no es justa!. Y punto. Es así, escueza o no. Mientras antes se acepte mejor, y si no, pues allá ustedes.

Mi amigo Bruce tiene bien claro algunas cosas que os pueden resultar útiles, aquí va una:


sábado, 21 de septiembre de 2013

De blanco a negro

Todos sabemos que la publicidad suele ser engañosa, y que en muchas ocasiones se nos presenta de una manera equívoca y exagerada, en el mejor de los casos la información se nos muestra de una manera parcial e interesada, pero hasta los extremos de este anuncio, no recuerdo otra. Este tipo de publicidad de antes y después es un buen ejemplo.


viernes, 20 de septiembre de 2013

Mujer con collar amarillo - Picasso

El doce de mayo de 1943 Pablo Picasso conoció a Françoise Gilot en un restaurante de París que solía estar frecuentado por artistas. Françoise tenía veintiún años y Picasso sesenta y uno. Cuarenta años de diferencia. En aquel momento Picasso aún mantenía una relación con la fotógrafa Dora Maar, aunque ya habían comenzado a distanciarse. Picasso sostenía que Dora Maar estaba desequilibrada y  paranoica y lo cierto es que al final de la relación Dora fue ingresada en un hospital psiquiátrico. Al parecer a Dora Maar le marcó profundamente la muerte de su madre, que fue asesinada durante la ocupación de Francia por los nazis mientras mantenía por teléfono una discusión con ella sobre su relación con Picasso. La realidad es que cuando Françoise Gilot apareció en la vida de Picasso, su relación con Dora Maar continuó deteriorándose hasta la ruptura final.

La relación de Picasso y Gilot duró casi diez años. Tuvieron dos hijos, Claude y Paloma; y aunque no llegaron a casarse porque Picasso y Olga se mantuvieron legalmente casados hasta que Olga falleció, pues Picasso no quiso conceder el divorcio a Olga Khokhlova, ya que se negaba rotundamente a dividir su patrimonio.

Cuando Picasso conoció a Françoise Gilot era una joven y prometedora pintora, que quedó abrumada por el talento del genio malagueño. Una mujer callada y observadora que -según afirmó- aprendió mucho de Picasso.
Françoise Gilot: "Llegué a conocerle muy bien, porque le observaba mucho. Pero no creo que él llegara a conocerme muy bien a mí."
Picasso había comentado varias veces que Françoise siempre debería llevar el pelo suelto y natural, y que no le agradaba nada cuando se peinaba en una peluquería.  Decía que adoraba profusamente las libres ondulaciones del cabello de Gilot. Tanto le agradaba el cabello de Gilot a Picasso que, mientras duró su relación, el genial pintor reinventó sus trazos dando una pincelada más libre y desordenada a sus obras. Ondulando su imaginación. Reiniciando su pintura. Volviendo a vincular así a una mujer, con una nueva etapa de su pintura. Consiguiendo, una vez más, que sus pasiones se plasmaran en su obra. En mi opinión así fue como Picasso encontraba ("Yo no busco, encuentro") su propia forma de crear.

Cuando Picasso pintó Mujer con collar amarillo  la retrató a ella, a Françoise Gilot, pero a ella no le gustaba que su nombre estuviera en el título de ningún cuadro. De hecho, Gilot no está convencida de que se pueda afirmar que sea siquiera un retrato, pues ella nunca posó para Picasso. Él pintaba de memoria. Extraía lo que más le interesaba de cada rostro. Observaba y diseccionaba con su mirada, luego descomponía elementos y obraba ARTE. Así en mayúsculas.

Françoise Gilot fue la única mujer que le dio dos hijos a Picasso, así como la única mujer que lo abandonó. Hoy en día Françoise Gilot sigue viva y exponiendo en su propia galería de New York.


 Mujer con collar amarillo
 
Ayer visité la exposición temporal en el Museo Picasso de Málaga (MPM): Pablo Picasso. Álbum de familia. La exposición está compuesta por 44 obras y 73 fotografías y verdaderamente vale la pena pagar la entrada. Para su información la exposición estará abierta hasta el próximo 6 de octubre. 

Además en el mismo museo, y por el mismo precio, tienen derecho a visitar la exposición temporal: Dennis Hopper. En el camino, que estará abierta hasta el 29 de septiembre. También muy recomendable. Si desean más información sólo han de teclear unas pocas palabras en Internet.

jueves, 19 de septiembre de 2013

Las aventuras de Sherlock Holmes - Arthur Conan Doyle

Arthur Conan Doyle escribió en total para su celebérrimo Sherlock Holmes nada menos que cuatro novelas y cincuenta y seis relatos, estos últimos reunidos en cinco colecciones de relatos.

La primera vez que el astuto detective cobró vida fue en la novela Estudio en escarlata y seguidamente en El signo de los cuatro, pero no comenzó a interesar verdaderamente al gran público hasta que sus historias cortas se publicaron en entregas en la revista mensual The Strand Magazine a partir de julio de 1891.

La primera colección de relatos de Sherlock Holmes incluía doce de sus entretenidas aventuras bajo el título de Las Aventuras de Sherlock Holmes. En estas iniciales investigaciones Holmes despliega gran parte de sus excelentes facultades intuitivas para desentrañar los más insospechados casos.

Personalmente creo que he disfrutado más de estas pequeñas historias que de las dos primeras novelas, de forma que me siento identificado con los fieles lectores por entregas que Conan Doyle se ganó en las primeras aventuras, pues yo, al acabar cada relato, estaba deseando comenzar el siguiente caso lo antes posible. Es posible que el ritmo trepidante de las aventuras, la sistemática y precisa toma de datos, los inspirados momentos de meditación, la lógica explicación posterior sobre la resolución de los casos, o la lasitud tediosa de la espera entre los distintos casos, en conjunto, hayan provocado sobre el lector una familiaridad hacia la pareja protagonista que le hace reconocer las actitudes y reacciones antes de que estas ocurran, consiguiendo una intensa implicación del lector en las aventuras. Una lectura obligatoria.

No tardaré mucho en comenzar a leer las siguientes aventuras.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Let her go - Passenger

Cada cierto tiempo se publica una canción que cuando llega a mis oídos despierta esa curiosidad natural que cada cual tiene dentro para dejarse llevar por ella. Una bonita melodía, una letra original,  un elegante quiebro de arranque, un bello rasgado de guitarra acústica, los cuidados arreglos de un piano y un chelo que acompaña meciendo la melodía tienen gran parte de la culpa. Nunca llegas a saber -ni falta que te hace- qué fue lo que te atrapó, entre otras otras cosas porque los más probable es que sea una pizca de todo, el conjunto, el global. Puede que sea suficiente comenzar con una curiosa voz bien acompañada por unos coros que endulzan susurrantes la aterciopelado melodía. Eso y el resto es lo que lo hace posible.

Cuando escuché esta canción por primera vez algo me hizo querer seguir escuchándola.

lunes, 16 de septiembre de 2013

El resultado final

Ayer domingo jugó el Málaga CF en casa contra el Rayo Vallecano, y como cada vez que juega el Málaga en casa tiré hacia el estadio para ocupar gustosamente mi asiento de abono. En esta ocasión me llevé al pequeñajo de la familia, Miguelito, que como lo hemos apuntado a la escuela de fútbol recientemente, parece que ahora está más interesado en asistir a los partidos. Así que le colocamos su camiseta del Málaga, la que tiene de la temporada pasada con el símbolo de la Champions en la manga, una gorra para el sol de Spiderman y una mochila con gusanitos, un bifrutas y chucherías varias. ¡Qué contento iba!

El partido fue perfecto para el aficionado joven. Un cielo despejado, con una temperatura estupenda, papelitos al aire al comenzar el partido, banderas ondeando, muchos goles (cinco a cero) con sus correspondientes celebraciones con palmadas entre los compañeros. En definitiva mucha alegría en las gradas.

Por si fuese poco entretenimiento Miguelito tuvo que ir en tres ocasiones al baño porque se hacía pipí durante el trascurso del partido, y cada vez que volvíamos del baño, subiendo las escaleras de vuelta a las gradas, me preguntaba: ¿han marcado un gol, papi? A lo que yo le contestaba que no. Lo gracioso es que me lo preguntó hasta en la ocasión en la que fuimos al baño en el descanso.

Luego al volver a casa, cuando lo desperté porque se había quedado dormido en el coche durante el trayecto, me dijo que el fútbol cansaba mucho. Le pregunté si se acordaba del resultado y me dijo muy contento que el Málaga había metido cinco goles y que el otro cero. Le pregunté si estaba contento y me dijo que mucho y cuando subíamos en el ascensor hacia la casa me pregunta: entonces... ¿hemos ganado, no?

sábado, 14 de septiembre de 2013

Los años compartidos

Hoy es el cumpleaños de mi santa. Y cada vez que llega esta fecha doy gracias a la vida por haberme dado la oportunidad de vivir a su lado bastante de sus cumpleaños, bastante más de la mitad. Durante todos estos años hemos enfocado nuestras vidas siempre juntos, hemos vivido casi inseparablemente cada una de nuestras experiencias, apoyándonos el uno en el otro, algunas mejores y otras peores, como la vida misma, hemos crecido compartiéndolas, y recorriendo ese camino hemos madurado juntos, nos hemos hecho adultos también juntos (ella, les aseguro, más que yo), con más alegrías que sinsabores.

Desde hace unos años tiramos esforzadamente hacia adelante de una familia, la nuestra, nosotros y nuestros niños, nuestros dos pequeñajos, y también lo hacemos de la mejor manera posible, ni mejor ni peor que los demás, pero al menos de la mejor manera que podemos, que es como todas y cada una de las experiencias que hemos vivido antes y que nos han hecho crecer como personas, compartiendo nuestro amor y obrando de la manera más natural, sencilla y honesta que hemos podido -sabido-.

Por eso los cumpleaños son siempre una causa de felicidad y de alegría para mí, porque son una manera de celebrar la dicha de nuestras vidas. Así que hoy estoy aquí, delante de esta pantalla, intentando explicar que en lugar de felicitar a mi mujer por su cumpleaños quisiera darle las gracias por los años compartidos. Un beso cielo.


viernes, 13 de septiembre de 2013

Los más felices en la derrota

Escribía ayer sobre las personas que habitan este mundo con la facciones agrias y la mirada torcida. Personas con el espíritu insípido y malhumorado, aquellas que nunca están felices ni contentas. Comentaba también que todos, de alguna manera, hemos compartido experiencias con personas así. Es inevitable. Todos hemos rozado sus vidas funestas, nos los hemos encontrado en la cola del cine o en la de la gasolinera, aunque difícilmente nos los cruzaremos en la entrada de un museo. Los museos son para deleite y disfrute.

Estas personas arrastran un halo de malvivir su existencia y se les distinguen por el penoso rastro de tristeza que van desprendiendo. Suelen ser tacaños y terriblemente misántropos, además de huraños y ariscos. En definitiva, una joya para adornar sus vidas. Si quieren entristecer sus días no hay nada como adoptar la amistad con alguno de ellos. Los definí en el título de la entrada como la zona oscura de la humanidad, aunque quizá exageraba algo con dicha generalidad, pero ¿qué generalidad no es del todo injusta?

En definitiva que al concluir la entrada, y después de leerla, me quedó la impresión de que era una entrada escrita quizás demasiado rápidamente, y que me dejé mucha tinta fuera del tintero, pues mi primera intención era contarles que hay personas que encuentran la belleza en cualquier lugar y otras, en cambio, no la ven aunque Miss Felicity les agarre del cuello. Pero uno se pone a escribir y el teclado lo tuerce el diablo.

Quería explicarles que el mundo está lleno de variedad, del encanto de la variedad y que igual que hay quien disfruta estirándose al despertar durante un buen rato, también hay quien necesita dar un salto al galope de los días. Hay quien medita cada decisión paciente y metódicamente y quien se arranca por bulerías a las primeras de cambio. Hay quien antes de un viaje planea cada giro en cada una de las visitas que realice y a quien le agrada perderse. Hay, también, a quien le gusta probar comidas nuevas, probar nuevos sabores y quien prefiere no salirse del mismo plato de todos los sábados. Hay gente espontanea y gente visceral. Hay y debe haber de todo en la viña del señor.

Pues la vida, señoras y señores, en mi opinión, es un poco así. Hay quien prefiere lanzarse a sentir la novedad de vivir y hay quien prefiere sentarse a ver qué pasa. ¿Qué es mejor? Pues supongo que depende de cada persona. Es una percepción intrínseca de cada uno. Cada cual ha de hacer, dentro de sus limitaciones, lo que más le apetezca, lo que más feliz le haga, o simplemente lo que más le haga sentir la experiencia de sentirse vivo.

Un ejemplo claro de todo lo que les digo lo vivo cada fin de semana cuando voy al estadio de fútbol de La Rosaleda. Allí constato todo lo que les escribo arriba. Compruebo que hay aficionados que se pasan todo el partido insultando al árbitro, al entrenador o a los jugadores, del equipo rival o incluso a los de su propio equipo. Hay también aficionados que pasan todo el partido callados sin menear mínimamente una ceja, fumando cigarro tras cigarro y también los hay que celebran con entusiasmo cada detalle técnico de mérito. Pues la vida es un poco así. Hay quien ve la belleza por todos lados y los hay que no celebran el gol de su propio equipo vaya que se despeinen. Puede que todos, en su medida, sean felices tal cual, puede que cada uno en su fuero interno considere que su forma de interpretar las circunstancias es la mejor. Puede que sea algo natural y no aprendido, o puede que todo venga escrito desde el principio en el Ácido desoxirribonucleico. Puede. No lo sé.

Pero cuando  la conclusión del partido llega y veo las caras de todos ellos, nunca es más evidente la diferencia como cuando sus equipos pierden. Cuando salgo y observo la cara de muchos de ellos, comprendo que sólo aquellos que disfrutaban con exaltación ante cualquier detalle, aquellos que se abrazaron al primero que pasaba por allí cuando su equipo marcó un gol, esos son, en la mayoría de los casos, los que se toman la derrota como algo connatural con el fútbol, son, en realidad, por decirlo de alguna ineficaz manera, los más felices en la derrota. Y es que, si se piensa bien, ¿no es el fútbol un juego? ¿no es la vida, al fin y al cabo, una posibilidad de jugar que se nos ofrece? Piénsenlo.

Háganme caso, intenten dar un toque de humor a sus vidas y tiren los dados si desean jugar. Y si meten gol celebren con entusiasmo porque ya les tocará recoger la pelota del fondo de sus  redes.

Imaginen que comienza la segunda parte y aún hay tiempo para revertir el signo del partido. No esperen a disfrutar hasta después del pitido final, porque puede que el resultado no les convenga.



jueves, 12 de septiembre de 2013

La zona oscura de la humanidad

Hay personas que siempre están descontentas. No son felices con nada. Son así y no lo pueden remediar. Les viene incrustado en el ADN. No sé si viene de serie o se consigue como extra con el paso de los días, pero desde pitufos se les puede adivinar el futuro de mala pipa que se están labrando. Me he tropezado con muchos de ellos a lo largo de la vida, y la verdad es que he llegado a la conclusión de que es verdaderamente imposible mantener una relación de algún tipo con ellos. Ya sea como amigo, compañero de trabajo, pareja sentimental o vecino, uno siempre acaba hastiado de ellos hasta la médula.

Se les puede reconocer esperando en la cola de la carnicería, leyendo el periódico en una cafetería, o hablando por el teléfono mientras caminan por la calle. No es difícil acertar. Son personas que siempre parecen tener un dolor de muelas en la mirada, jamás dejan propinas porque el servicio siempre les pareció deficiente, la comida siempre está o fría o demasiado caliente y el café, en su opinión, siempre se los sirven distinto de lo que lo pidieron. Escucharles pedir las cosas por favor es una quimera y dar las gracias por algo es simplemente imposible, si acaso por educación, pero se les nota que les cuesta, les chirrían los dientes mientras las dan, la columna se les arruga, la vista se les oscurece y el volumen de voz decae hasta un nivel casi imperceptible. No parecen entusiasmarse ante ningún acontecimiento, las celebraciones les son indiferentes, los regalos son absurdos, y, según ellos, nadie hace nada nunca desinteresadamente.

Tienen los rasgos avinagrados, los gestos insulsos y apagados, como su manera de vestir,  y lo peor de todo es que parecen no darse cuenta de su mala pipa y malange. Si les ven sonreír, pueden sin ninguna duda, sospechar que algo les mueve, alguna razón oculta para nosotros, algo que les interese, porque, desde luego, su media sonrisa no es natural. Por la falta de costumbre se les nota que es forzada.

Este tipo de personas suelen además llevar siempre la razón y si se dan cuenta de una equivocación o error suyo, lo más normal es que no lo reconozcan. No tienen capacidad para el diálogo ni el razonamiento, mucho menos para el arrepentimiento, porque según ellos, las cosas son así y punto. Lo saben y no necesitan explicar más. Lo importante es su opinión, su punto de vista, y lo demás les importa poco, entre otras cosas porque según ellos no necesitan escuchar lo que vas a decir porque incluso antes de decirlo ya saben que estás equivocado. Si no les interesan agarran la puerta, dicen hasta luego y se van. Aunque a veces ni siquiera regalan un hasta luego, porque son más de decir adiós, porque hasta luego regala un color de esperanza sobre el futuro.

¿No me digan que no conocen a más de uno?


miércoles, 11 de septiembre de 2013

New York

Desde hace ya once años esta fecha se me ha quedado grabada en la memoria como una de las fechas más sobrecogedoras que he vivido. 




martes, 10 de septiembre de 2013

Concatenando lecturas

A la hora de leer, o mejor dicho, a la hora de elegir mis lecturas, me gusta seguir un orden, como una especie de protocolo autoimpuesto de lectura. Me gusta leer alternando novedades de autores en castellano con novedades de autores extranjeros (traducidos, claro -no me queda otro remedio-), pero no me gusta encadenar dos novedades consecutivas y entre medio me gusta leer algún clásico, alguno de esos libros que son referencias de la literatura, libros que después están merecidamente referenciados, lo que conocemos todos como los grandes títulos de la gran literatura mundial. Pero claro, como no todo es novela, entre medio suelo insertar lecturas más ligeras, o mejor dicho menos extensas, como son los cuentos o relatos, por eso suelo tener siempre en casa varios libros de cuentos que voy leyendo poco a poco, saltando de autores; de esta forma es posible que en ocasiones lleve empezados más de cinco o seis libros de cuentos al mismo tiempo. Pero también me gusta leer poesía, y como a menudo surgen uno de esos momentos en los que uno siente estar más predispuesto para leer poemas que otros, para esos momentos, es casi necesario tener algún libro de poemas a mano. Últimamente los poemarios de Luis García Montero son los que más manoseo. Pero no satisfecho con esta variedad también me gusta leer artículos de opinión variados, y también me gusta llevarlo a cabo saltando de unos autores a otros. Además, aparte de todo lo anterior, siento predilección por los libros de viajes, los libros biográficos de viajes son mis favoritos. Cualquier viaje en el que la incertidumbre del destino por llegar sea un misterio es una lectura maravillosa.

Luego siempre quedan huecos para seguir los blogs de algunos autores, algunas bitácoras personales, blogs de opinión, la prensa, deportiva o no, las ediciones de bolsillo para las salas de espera, un libro menudo en el coche, otro cargado en el móvil y por supuesto también en la librería del ipad, y, por si no fuese suficiente, confieso que leo los ingredientes de los alimentos y hasta los ignorados términos y condiciones de uso.

Vamos que si tuviera delante mía a David Beckham sin camiseta me quedaría leyéndolo.


Pd: Por encima aun de todo esta especie de ritual previo a la lectura, como gran norma principal, al final siempre termino leyendo lo que me viene en gana. Sin más.

lunes, 9 de septiembre de 2013

De atrás hacia delante

La vida está medianamente dirigida lo parezca o no, y no quiero decir con ello que yo crea que el destino está marcado o prefijado, ni mucho menos, más bien quiero decir que los inicios, los principios de la vida son similares y que el final, la conclusión de esta vida es inevitable y segura, probablemente lo único seguro cuando se nace sea que se va a morir. Es el precio a pagar, el trance por pasar, pero me pregunto si no sería mejor la vida tal y como la imagina Quino:



domingo, 8 de septiembre de 2013

Una Duvel

Les he contado varias veces en este blog que hace un par de veranos estuve junto con mi señora en Lovaina o Leuven -como la nombran allá en flandes- y les conté que visité su Universidad fundada en 1425 y su esplendorosa biblioteca, y que me quedé encantado con el maravilloso edificio del Ayuntamiento, verdaderamente admirable -en serio, no pasen cerca sin ir a contemplarlo-. Y también me hice fotos en la Grote Markt, y junto a la estatua de Eramos de Rotterdam y paseé por sus calles intrincadas y finalmente paramos a descansar en la Oude Markt, o Plaza Vieja, en una terraza preciosa donde disfrutamos del extraordinario ambiente universitario que se respiraba. Y como no podía ser de otra forma me pedí un par de cervezas belgas, la primera fue una Keizersberg Blond (que ya presenté en el blog), y la segunda fue una Duvel, que es una estupenda cerveza que me ayudó a acompañar un plato típico de la región.

La cerveza Duvel es un clásico dentro de las cervezas belgas de alta fermentación y está en casi todas las cartas de cervezas. Se sirve en vaso ancho con mucha curva, donde la espuma se mantiene prolongadamente, la espuma es además de un blanco níveo, muy menuda, persistente y abundante. El sabor es rico y suave, aunque el 8.5 % de alcohol se hace notar en el paladar desde el primer sorbo. Desde aquel día la cerveza Duvel, con botellín de corta estatura pero de curvas irresistibles, merodea por mi frigorífico más que de vez en cuando. Pídanse una Duvel y den un gusto al paladar.


Pd: Esta fue la cerveza que traje de regalo a mis familiares.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Wisława Szymborska - Posibilidades

Ayer por la mañana estuve en la consulta del médico (algo rutinario, no se preocupen) y como suelo hacer cuando sé que voy a pasar un tiempo en una sala de espera, me llevé un libro para entretener la espera. Así que entré en la sala y le dije a la enfermera que ya estaba allí, a pesar de que aún quedaban más de diez minutos para que llegara mi hora, a lo que me contestó que me sentara en la sala que ya me llamarían. Me acomodé lo mejor que pude en uno de esos asientos tan asépticos e insípidos que pueblan las salas de espera y abrí el libro por el separador de páginas. Una novela sobre robos de arte suprematista.

Pocos minutos después una amable y sonriente anciana se me acercó y me preguntó si estaba libre el asiento de al lado. Su expresión era agradable y simpática, tenía el pelo bien peinado aunque le parte de atrás estaba aún algo aplastada por la almohada. Llevaba los labios pintados y se podía apreciar en su sonrisa que no tenía buen pulso y que seguramente por eso el carmín se le había escapado del perfil de sus delgados labios. Me había hablado en castellano correctamente aunque con un muy acusado acento nórdico. Dudé si sería de ascendencia nórdica o centro europea, quizás alemana -pensé-, o quizás polaca. Le indiqué que el asiento estaba libre, que sí, que podía ocuparlo. Se sentó pero enseguida se levantó y fue a hablar con la enfermera, y mientras yo la observaba le encontré un enorme parecido con la poetisa Wisława Szymborska. Fue pensar en la posibilidad de que fuera polaca cuando me llegó la imagen. Evidentemente era un parecido porque la ganadora del premio Nobel falleció no hace mucho, pero la delicadeza de sus movimientos, la tranquilidad de su mirada, la humildad de sus gestos me dio a pensar que quizás esa mujer, con la edad que se le presuponía, habría sobrevivido al holocausto. Quizás no -pensé-, tal vez es norteamericana y vivió ajena a toda aquella barbarie. Mejor para ella.

Minutos después la enfermera me llamó y entré en la consulta. Al salir de mi consulta, en la sala de espera, aún estaba allí, distrayendo el tiempo observando sus anillos, pensando en vete a saber qué, quizás en las personas que se los regalaron. ¿Quién sabe? Volví a casa. Por el camino había parado a comprar el pan para el desayuno. Encendí el ordenador y leí este poema que ahora comparto.

Posibilidades

Prefiero el cine.
Prefiero los gatos.
Prefiero los robles a orillas del Warta.
Prefiero Dickens a Dostoievski.
Prefiero que me guste la gente
a amar a la humanidad.
Prefiero tener a la mano hilo y aguja.
Prefiero no afirmar
que la razón es la culpable de todo.
Prefiero las excepciones.
Prefiero salir antes.
Prefiero hablar de otra cosa con los médicos.
Prefiero las viejas ilustraciones a rayas.
Prefiero lo ridículo de escribir poemas
a lo ridículo de no escribirlos.
Prefiero en el amor los aniversarios no exactos
que se celebran todos los días.
Prefiero a los moralistas
que no me prometen nada.
Prefiero la bondad astuta que la demasiado crédula.
Prefiero la tierra vestida de civil.
Prefiero los países conquistados a los conquistadores.
Prefiero tener reservas.
Prefiero el infierno del caos al infierno del orden.
Prefiero los cuentos de Grimm a las primeras planas del periódico.
Prefiero las hojas sin flores a la flor sin hojas.
Prefiero los perros con la cola sin cortar.
Prefiero los ojos claros porque los tengo oscuros.
Prefiero los cajones.
Prefiero muchas cosas que aquí no he mencionado
a muchas otras tampoco mencionadas.
Prefiero el cero solo
al que hace cola en una cifra.
Prefiero el tiempo insectil al estelar.
Prefiero tocar madera.
Prefiero no preguntar cuánto me queda y cuándo.
Prefiero tomar en cuenta incluso la posibilidad
de que el ser tiene su razón.

De “Gente en el puente, ” 1986

jueves, 5 de septiembre de 2013

Arte callejero 18

Hay pintadas que solamente tienen sentido cuando llega la noche y la luces de las farolas proyectan sombras sobre los muros de la ciudad, entonces las sombras y las pintadas iluminan el sentido verdadero de las cosas. Esta pintada es un ejemplo de lo que les digo.



martes, 3 de septiembre de 2013

Marilyn Monroe 9

Estamos en septiembre una vez más, y como cada mes este blog necesita de su porción de belleza, y no existe nadie mejor que la reina Monroe para ofrecerles una buena dosis de cautivadora sonrisa.


Desde hoy he decidido que las entradas de Marilyn Monroe poseerán su propia etiqueta. Es estrictamente justo y necesario.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Lunes

Quieren saber qué he sentido esta misma mañana...