jueves, 20 de marzo de 2008

El día del padre y el santo de mi Pepi


Ayer celebré mi segundo día del padre aunque el de este año es realmente el primero en el que Sofía me da las felicidades, me dijo "Felicidades papito" y se me inundó la cara de alegría.

Me regaló el aclamado disco que ya recomendé con anterioridad en este blog de Nick Cave & the Bad Seeds - Dig, Lazarus dig. Lo recomendé con la clara intención de evitar regalos no deseados. Ejem. También me regaló el libro de Philip Roth - Elegía, que espero leer pronto, adelantándolo a los que están en espera a ser leídos, porque llevo ya bastante tiempo deseando cruzarme, en mi butaca de lectura con él.

Como sorpresa final Sofía me trajo otro libro. Éste con una clara referencia al día del padre: 1000 Razones para ser el mejor padre. Donde hay 1000 citas recopiladas por Rebecca Hall de 1000 razones... bueno el título lo dice todo. De vez en cuando colocaré alguna que venga a cuento. Hoy dejo escrita la primera, que no está nada mal.

Desde el principio comprendiste
que un hijo no es una posesión, sino un regalo.

El mismo día del padre se celebra el día de San José con lo que hay que felicitar a medio mundo, entre ellos, mi mujer, mi madre, mi suegra, mi hermano, una cuñada, un cuñado y mi jefe. Repartir muchos regalos pero yo a mi mujer le regalé el libro de Federico Moccia - Perdona si te llamo amor, además de una chaqueta gabardina que eligió ella, por supuesto. El libro me pareció acertado pues está desarrollado en Roma, del que recién hemos vuelto y podrá pasear por las páginas y doblar las esquinas (de las páginas) para revivir el viaje durante la lectura.

¡¡Feliz día a todos los padres y a los que celebren su onomástica el día de San José!!

sábado, 15 de marzo de 2008

Roma - Parte septima

Salimos de la Trattoria con renovados ánimos para caminar durante la tarde. Lo primero que visitamos, casi de casualidad, fue la Piazza del Parlamento y su majestuoso edificio, aunque nuestro primer destino de la tarde era la Iglesia de San Luis de los Franceses, muy cerca de la Piazza Navona. Destacan en su dorado interior tres obras de Caravaggio sobre el evangelista San Mateo.

Nuestra siguiente visita programada era la Catedral de Roma, pero antes nos fotografiamos ante la famosa estatua del Pasquino, que resultó ser más una curiosidad que otra cosa.

San Giovanni Laterano o también conocida como San Juan de Letrán está un poco alejada del centro, pero bien comunicada. Llegamos en autobús hasta la parte posterior de la Archibasílica, la rodeamos hasta su maravillosa fachada, que la coronan distintas estatuas, siendo la del centro la de Cristo. Visitamos bajo pago de entrada en el cuidado claustro. Disfrutamos de un bonito paseo dentro de él. Nos fuimos boquiabiertos de allí y pudimos admirar el obelisco más alto del mundo, o eso dicen. También cerca de esta basílica está el edificio que alberga la Escalera Santa, una escalera cuyos escalones, traídos de Tierra Santa, son según la tradición los mismos que subió Cristo en el palacio de Pilato. No se permite subirlos de pie. Los devotos los suben de rodillas. Nosotros, claro está, no la subimos.

Tomamos el metro en dirección a la Piazza Barberini, para poder ver la Fontana del Tritone y seguidamente pasear por Via del Tritone, donde paramos a tomar un chocolate con pasteles, hacia Via del Corso. Paseamos dejándonos llevar por el momento, curioseando en librerías, tiendas de ropa o música disfrutando de la musicalidad del acento italiano y observando cuán parecidos somos los españoles con ellos.

Una vez en el hotel nos duchamos y nos pusimos guapos para ir seguidamente a cenar a una pizzería trattoria con horno de leña, a la que habíamos echado el ojo la noche anterior, que estaba cerca del hotel, en el Trastevere, donde tampoco comimos nada mal. De entrada pan de ajo, luego Pepi se pidió spaguetti frutti di mare y yo unos spaguetti carbonara muy sabrosos, y encima unos postres para terminar de rematar el irrepetible día.

viernes, 14 de marzo de 2008

Roma - parte sexta

Sábado, 1 de Marzo 2008

Empezamos el sábado dando un paseo hasta la Basílica de Santa Maria in Trastevere, muy cerca de nuestro hotel. En la cúpula del ábside se puede admirar un mosaico de la Coronación de Virgen. Es posiblemente el mosaico más bonito que jamás he visto, o al menos que yo recuerde. El único problema es que hay que pagar para que se enciendan los focos que la iluminan. También destaca el bello techo de madera.

Chispeaba un poco cuando salimos de la Basílica, pero nada nos detuvo en nuestro camino a la Basílica de Santa Cecilia en Trastevere. Llegamos tras un bonito paseo entre pequeñas callejuelas con encantadores rincones. Lo que más llama la atención es que la Basílica tiene un patio delante de la fachada, además de un campanario del siglo XII, aunque lo que realmente atrae al turista a este sagrado lugar es una escultura barroca de El martirio de Santa Cecilia. En ella la Santa aparece decapitada, algo poco usual.

Seguimos calle abajo por lo que es conocido como la Florencia de Roma, entre bonitos caserones y altos árboles buscando el curso del río Tíber. Cruzamos el río por el Ponte Palatino y nos hicimos unas fotos junto a los milagrosamente bien conservados templos del Forum Boarium, especialmente el circular dedicado a Hércules. También hicimos algunas fotos de La Fontana dei Tritoni. Desde allí pudimos ver la cola de gente para hacerse la foto en Santa Maria in Cosmedin.

Santa María in Cosmedin es conocida, como todo el mundo sabe, por la Bocca della Verità. Famosa por la película de Vacaciones en Roma, donde según cuenta la tradición aquella persona que introduzca la mano en la Bocca y sea un mentiroso será mordido. En fin, que el lugar estaba lleno de japoneses, Pepi y Yo. Hicimos más cola que en ningún sitio para tener la perseguida foto. La iglesia además posee un elegante campanario románico y aunque es bastante sobria y libre de adornos tiene un encanto difícil de explicar. Allí mismo compramos los llaveros que nos llevamos de souvenir.

Continuamos nuestro paseo por la ciudad eterna junto al río hasta la Isola Tiberina, cruzamos el puente Fabricio -el más antiguo de Roma desde el 62 a.C.- para entrar en la isla. Volvimos sobre nuestros pasos y seguimos el curso del río hasta Campo de Fiori, donde curioseamos en el animado mercado, donde se venden cantidad de especies, frutas, verduras... alrededor de la estatua encapuchada en el centro que nos recuerda que allí se quemaban a los herejes en la hoguera.

Como ya era la hora de almorzar fuimos en busca de una tratoria que nos habían recomendado que estaba ubicada en Via dei Prefetti. Pasamos de nuevo por Piazza Navona hasta llegar a la Tratoria da Ugo e Maria. Gran recomendación. Nuestra mejor comida en Roma. Auténtica comida casera.

lunes, 10 de marzo de 2008

Roma - Parte quinta


Cuando salimos del McDonald's, bastante más descansados, ya había dejado de llover, por lo que volvimos a la Piazza di Spagna. Dimos una vuelta por toda ella. Subimos y bajamos los famosos escalones buscando un bonito ángulo para retratarnos como los dos típicos turistas que verdaderamente éramos. Luego a los pies de la escalinata nos hicimos arriesgadas fotografías en la Fontana della Barcaccia, obra del padre del más famoso de los Bernini. Y sentimos el orgullo de tener una Plaza tan bella con el nombre de nuestro país en una ciudad como Roma.

Bajamos por la carísima Via di Condotti, admirando los escaparates. Todas las "marcas" están allí. Al final giramos a Via del Corso hacia la Piazza del Popolo, donde escogimos cuidadosamente un apartado banco donde descansar y poder disfrutar de las distracciones de la animada plaza. Después de tomar fuerza visitamos Santa María del Popolo y pasamos junto al obelisco egipcio dedicado a Ramses II que tenía como antigua ubicación el Circo Máximo y volvimos la vista atrás para desde otro ángulo admirar las iglesas gemelas que parecen hacer de portico de entrada a la Via del Corso.

Una vez dentro de la Chiesa Santa María del Popolo, en la capilla Chigi, Pepi me hizo saber que dentro de ella transcurre una escena del libro de Ángeles y Demonios de Dan Brown. ¡Qué culta es mi mujer! Antes de irnos, disfrutamos de la contemplación de varios cuadros de Caravaggio. Desde la escalinata que da acceso a la iglesia decidimos tomarnos un café en una cafetería que estaba justo en la otra esquina de la plaza. Nos tomamos los cafés más caros de nuestra vida. Yo me tomé un cappuccino de 5.50 € y Pepi un cappuccino descaffeinato de 8.00 €. Impresionante. Creo que nos costó más barato almorzar en el McDonalds.

Una vez psicológicamente repuestos del asalto, bajamos por Via del Corso hasta la Piazza Colonna y seguidamente el Palazzo Chigi. Desde allí volvimos a pasar junto a la Fontana di Trevi y terminamos en la puerta del Quirinale. Paseamos por los alrededores de la Fontana di Trevi buscando unos souvenirs. Tomamos un microbús de línea que resultó ser eléctrico, supongo que por aquello de la contaminación dentro del centro de Roma. Nos dio un buen paseo por Roma hasta dejarnos en la Piazza Argentina. Desde donde tomamos el tranvía dirección al hotel. Donde hicimos un alto antes de irnos a cenar.

Volvimos para cenar en la misma pizzeria-tratoria de la noche anterior, en el Trastevere. En la Via San Francesco a Ripa. Esta vez me pedí unos espagueti carbonara, que estaban exquisitos. ¡Mamma mia!

sábado, 8 de marzo de 2008

Roma - Parte cuarta

Viernes, 29 de febrero 2008

El viernes nos levantamos algo más tarde que el día anterior y repetimos el desayuno hipercalórico. El día estaba algo más nublado pero no parecía que fuese a llover. Cogimos junto al hotel el autobús de la línea 3 que nos llevaría hasta la mismísima puerta del Colosseum. Como habíamos sacado la Roma Pass el primer día en el aeropuerto, no pagamos entrada ni hicimos colas, que sí había. La Roma Pass es muy recomendable, pues cuesta 20 € por persona y además de incluir transportes tiene descuento en muchos sitios de interés. El Coliseo "gratis". El Coliseo es la primera de las 7 nuevas maravillas del mundo que visito. Espero verlas todas algún día. ¿Quién sabe? En el maravilloso Coliseo nos hicimos las típicas fotos y grabamos un poco con el vídeo.

A la salida admiramos el Arco del Triunfo de Constantino I El Grande y paseamos por el Foro. Todo esto con la guía en la mano e imaginando con los ojos abiertos cómo sería pasear en toga y con sandalias acompañado por Marco Antonio y Bruto, escuchándolos hablar de conspiración contra Julio César, para luego tomarme un vino de un sestercio junto a Plutarco y aprender de sus labios aquello de: "La mente no es un vaso para llenar, sino una lámpara para encender", dándome cuenta de cuanto de lo que hoy somos nació allí.


Desde el foro subimos hasta el Campidoglio, que es el nombre de una de las siete colinas de Roma. En la piazza del Campidoglio, reformada por Miguel Ángel, está la reproducción de la estatua ecuestre de Marco Aurelio. Después de descansar en los escalones de entrada a los museos capitolinos bajamos por la escalera Cordonata, que permitía el acceso a la plaza sin desmontar. Giramos a la derecha hacia el Monumento a Víctor Manuel II , desde donde tuvimos unas excelentes panorámicas de la Plaza Venecia. El tiempo seguía empeorando y nos temíamos lo peor. Cogimos un autobús y después un metro hasta la Plaza de España donde estaba lloviendo. Decidimos aprovechar el mal tiempo para ir a comer, por el camino le compramos un paraguas a un chino, tras regatear el precio -hay cosas que nunca cambian- por 3 euros. Vimos un Mc Donald's y me tomé por primera vez unas patatas Vertigo, con una sorprendente forma de espiral, y una hamburguesa tirolesa, acompañado todo por una birra.

jueves, 6 de marzo de 2008

Roma - Parte tercera

Tras un largo paseo, llegamos al Castillo Sant' Angelo paseando desde el Vaticano, mirando los puestos y disfrutando de las vistas junto al río Tíber. Después de hacernos unas fotos en la puerta del Castillo y desde el puente Sant' Angelo fuimos buscando un restaurante por Corso Vittorio Emanuele, simplemente uno que nos entrara por los ojos, poco más. Dimos, al fin, con uno que tenía bastante buena pinta. Estaba situado en la coqueta Piazza Sforza Cesarini y tenía una coqueta y soleada terraza, se llamaba Trattoria da Luigi. Qué divertidos suena algunos nombres en italiano. Cogimos una mesa en la terraza y cuando el camarero, presto, nos tomó nota me pedí una cervecita (0.66 cl) Nastro A zzurro para comenzar abriendo boca y Pepi se pidió una Coca-Cola light (0.66 cl), que s irvieron de un curioso tamaño.

Tomamos brusquetta (pan de ajo) de entrada. Pepi se tomó unos canelloni y yo me pedí unos exquisitos spaguetti frutti di mare y para terminar nos tomamos dos tiramisús. Cuando estábamos en los postres llegaron nuestros amigos Miguel y Lola con sus amigos -que pequeño es el mundo- que por lo visto venían buscando la trattoria, pues se la habían recomendado, porque además de comerse bien el dueño de la trattoria es malagueño. Y efectivamente así era. Todo por menos de 40 euros.

Con la barriga bien llena paseamos buscando el Pantheon en la Piazza de la Rotonda. El Pantheon es realmente impresionante. Miguel Ángel dijo de él que era un "diseño angélico y no humano". Lo cierto es que es el recuerdo mejor conservado de la antigua Roma.

Muy cerca de allí estaba la Chiesa Sta. Maria Sopra Minerva, con una fachada no muy llamativa, bien cuidada y con un bonito contraste de azul y dorado. Muy distinta a todas las demás, de hecho, está considerada la única iglesia gótica de toda Roma. Me gustó mucho la plaza de entrada con el Pantheon al fondo y con el curioso obelisco egipcio sobre la escultura de un elefante. De Bernini.

Seguimos perdiéndonos por el encantador laberinto de calles que lleva hasta la Fontana di Trevi, donde uno queda atrapado ante tanta belleza. Sin lugar a dudas uno de los grandes atractivos de Roma. Es magnífico ver tanta agua y roca tallada en una plaza tan pequeña. El movimiento del agua y su rugir parecen dotar a la fuente de movimiento. Moneditas a la fuente si se quiere volver y a hacer fotos.

Decidimos sentarnos en una gelatería que hay en la misma esquina, pues estábamos verdaderamente cansados y nos vendría bien un tentempié. Pedimos un capuchino para mí y helado para mi Pepi. Curioseamos desordenadamente por los puestos para turistas que había por las calles alrededores y esperamos a que se nos hiciera de noche para ver la fuente iluminada. Una imagen imponente de verdad.

Nos fuimos al hotel para descansar un momento y arreglarnos para salir a cenar por el barrio juvenil del Trastévere. Paseamos en busca de una Pizzería y nos decidimos por una que estaba bastante llena, con muy pocos turistas y ambiente informal. Ivo a Trastevere. Distinguen entre pizzas rojas y biancas, es decir con y sin tomate. Está situado en la calle San Francisco a Ripa. Pedimos una ensalada de entrada, y dos estupendas pizzas. ¡Ah y mi cervecita! No pedimos postre porque ya no nos cabía. Desde el restaurante un romántico paseo al hotel y felices sueños cumplidos.

La famosa frase de Vacaciones en Roma (William Wyler): “Rome! By all means, Rome. I’ll cherish my visit here in memory, as long as I live”. En cristiano: "Roma! Por encima de todo, Roma. Guardaré mi visita aquí en mi memoria mientras viva"

miércoles, 5 de marzo de 2008

Roma - Parte segunda

Jueves, 28 de febrero 2008

Hay un refrán que dice que "a quien madruga Dios le ayuda", y puesto que nuestra primera parada del día era el Vaticano decidimos levantarnos bastante temprano, para de esta manera intentar aprovechar el día y al mismo tiempo evitar las larguísimas colas que allí acontecen.

Nos levantamos temprano, con la intención de estar en la Santa Sede antes de que abriesen las puertas de sus museos. Después de una ducha rápida fuimos a desayunar, en un salón que tenían habilitado para tal junto a la recepción del hotel, donde se servía un estupendo capuchino, chocolate caliente o café-latte. Además había tres distintos tipos de zumos, cantidad de cereales, así como frutas, bacon, huevos revueltos, champiñones, mermeladas, queso, salami, y jamón de york incluso Nocilla, miel y alguna otra cosa que se me olvida. Así que los desayunos fueron bastante calóricos.

Subimos nuevamente a la habitación para coger lo imprescindible para el día (dinero, teléfonos, cámaras de foto y vídeo, guía de Roma y algunas cosas más). Fuimos al tranvía 8 y enlazamos en la Piazza Argentina con un autobús que seguro nos llevaría al Vaticano pues había dentro de él más sotanas y hábitos de los que yo había visto en toda mi vida. Me sentí como un canario en una jaula llena de cuervos.

Nada más bajarnos del autobús, teníamos delante nuestra la impresionante Basílica del Vaticano. Entonces nos pusimos a grabar en vídeo y hacer fotos como japoneses. Se nos fue el santo al cielo, con perdón, y se nos hizo algo tarde. Pero no importó, porque cuando por fin llegamos a los Museos Vaticanos no había aún cola alguna. Los museos Vaticanos es algo así como un conjunto de museos en uno. Está un poco desordenado y por momentos puede llegar a ser mareante, la cantidad de obras de arte que te rodean. Así recuerdo primero fue el patio de estatuas, el museo etrusco, el museo egipcio, luego la galería de los tapices, después la galería de los mapas, que personalmente me encantó. Las estancias de Rafael, la galería de las estatuas, el apartamento de los Borgia, una colección de arte religioso moderno, entre los cuales había dos Dalí que daba paso a la capilla Sixtina. Por si fuera poco nada más salir uno se encuentra una majestuosa escalera helicoidal de bajada, pero cuando vas bajando te das cuenta que hay otra de subida. Impresionante.

Seguidamente fuimos a ver la Basílica de San Pedro pero conforme nos acercamos, vimos unas colas kilométricas que nos hicieron replantearnos volver en otro momento. Pero justo en ese instante nos llamaron desde lejos, y aunque parezca mentira allí estaban Miguel y Lola (Rigodón). Estaban en la cola, desde hacía buen rato. Qué alegría verlos. Fueron una bendición. Con ellos subimos el ascensor, previo pago de 7 € por cabeza, hasta la terraza desde la que se accedía a la cúpula. Pero como Pepi está embarazada y yo no soy un amante de las alturas, pensamos que desde ahí ya se veía suficientemente bien.

La Basílica es grandiosa, exageradamente grandiosa. Sus dimensiones, en general, llegan a ser hasta abrumadoras. Allí pudimos disfrutar de La Piedad de Miguel Ángel. Preciosa. Saliendo de la Basílica nos despedimos de nuestros amigos porque ellos tenían intención de ver los Museos Vaticanos y nuestra siguiente parada era El Castillo Sant' Angelo.


lunes, 3 de marzo de 2008

Roma - Parte primera

Ya estamos de vuelta. Tengo tantas cosas que contar, tantas estampas inolvidables, tantos momentos imborrables sobre mi viaje a Roma, que me va a ser imposible escribirlos en un post. Así que he decidido hacerlo como se realizaban algunas famosas novelas: por entregas.

Miércoles, 27 de febrero 2008

Aterrizamos puntualmente sobre un nublado aeropuerto de Fiumicino sobre las cuatro y cuarto de la tarde. Nos encontramos con una Roma bastante más fría, densa y cargada de lo deseado. Nuestros distraídos primeros pasos bajando la escalera trasera del avión de Alitalia fueron los mismos que nos acompañarían durante toda nuestra estancia en la ciudad eterna. Estos primeros pasos mirando el aspecto del cielo mientras lentamente me dirigía hacia el autobús que nos trasladaría seguidamente a la terminal donde terminaríamos esperando nuestro equipaje, serían los mismos distraídos pasos que me llevaron primero mirando el cielo y después mirando la maravillosa arquitectura que hace de Roma esa ciudad inigualable.

Meses antes habíamos reservado alojamiento en el Hotel Ripa, que está situado en el Trastevere, lo suficientemente cerca del centro para no tener que perder mucho tiempo en los desplazamientos y lo aconsejablemente lejos para no tener que pagar precios desorbitados por la estancia, añadiendo la gran ventaja de estar rodeado de un sin fin de restaurantes.

Nos asignaron la habitación 409. Una amplia habitación con una terraza con unas horribles vistas a un edificio en eterna restauración y a un parking privado. Un hotel con decoración minimalista.

A pocos pasos del hotel se encontraba una parada del tranvía número 8. Parada desde donde toda Roma estaba a nuestro alcance. Nuestra primera vez en el tranvía fue para dirigirnos a la Plaza Navona. Donde está tomada la foto. Decidimos quedarnos a cenar por allí cerca y lo hicimos en una bocacalle que da justo a la plaza, en un restaurante que nos habían recomendado "Navona Notte". Allí me tomé mi primera birra italiana y una pizza caprichosa mientras Pepi se pidió unos espaguetis carbonara. Todo exquisito. Paseamos por los románticos alrededores bajando la comida camino del tranvía que salía desde la Plaza Argentina, que nos llevaría de vuelta al hotel.